BOGOTA (AFP) – Los colombianos votarán este domingo en la primera vuelta de la elección presidencial que se anuncia como un duelo reñido entre el oficialista Juan Manuel Santos y el ex alcalde de Bogotá, Antanas Mockus, cuya promesa de cambio podría beneficiarse del hartazgo de los colombianos por la violencia.
Tras ocho años de gobierno del derechista Alvaro Uribe, los colombianos deben decidir si le dan continuidad al «uribismo» con su ex ministro de Defensa (2006-2009) Santos, o si favorecen el cambio que encarna Mockus, ex alcalde de Bogotá (1995-1997 y 2001-2003).
Los dos estarían prácticamente empatados, según encuestas que prevén una segunda ronda electoral el 20 de junio, pues ninguno obtendría más del 50% de los sufragios este domingo.
De entre nueve aspirantes a la presidencia, sólo Santos y Mockus conseguirían más del 30% de los votos cada uno, mientras que los demás no superarían individualmente el 6%.
Ningún candidato se ha atrevido a rechazar la política del actual gobierno de combate frontal a la guerrilla izquierdista Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), la más reconocida de Uribe, que dejará el gobierno con un índice de popularidad de alrededor del 70%.
Uribe ha logrado acorralar a la guerrilla en las zonas rurales y selváticas, aunque los enfrentamientos se mantienen.
Como ministro de Defensa, Santos tiene en su haber varios de los golpes más contundentes a las FARC, como la «Operación Jaque», con la que en 2008 fueron rescatados 15 de los rehenes más valiosos de la guerrilla, entre ellos la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt y tres estadounidenses.
«Hemos escogido la firmeza antes que la ambigüedad. Los colombianos saben que conmigo podrán dormir tranquilos», ha repetido insistentemente Santos, a la vez que pide «defender el legado de Uribe, el mejor presidente que ha tenido Colombia».
Sin embargo, esa misma firmeza ensombrece su figura, atacada por denuncias sobre violaciones a los derechos humanos, en particular el escándalo de los «falsos positivos», como se conoce a las ejecuciones extrajudiciales de civiles presentados como guerrilleros abatidos en combate por militares que buscaban obtener prebendas.
Mockus, un profesor universitario, matemático y filósofo célebre por sus excentricidades, como haberse bajado los pantalones ante un grupo de estudiantes o casarse sobre un elefante de circo, ha desplegado un discurso de defensa de la legalidad y rechaza con firmeza negociar con las FARC.
«No se puede negociar con las FARC mientras mantengan gente secuestrada. La única forma de conversar sería que se apeguen totalmente a la Constitución», subraya.
El ascenso de Mockus en las encuestas ha sido vertiginoso en los dos últimos meses, en los que pasó de menos del 10% a más del 30% en la primera vuelta, y logró colocarse de primero, aunque por estrecho margen, en la segunda, según los sondeos.
Postulado por el Partido Verde, sus planteamientos no son tanto sobre la ecología sino que predica el valor de la educación y la meritocracia, y defiende la transparencia, el respeto a los derechos humanos y la legalidad.
«La vida es sagrada», dice Mockus, y hace repetir ese slogan a sus seguidores, con un discurso que ha calado en este país de 46 millones de habitantes, principal productor mundial de cocaína, en el cual 17.000 personas fueron asesinadas en 2009.
Frente a él, Santos se muestra preparado para las funciones de Estado tras haberse desempeñado como ministro de Comercio Exterior, Hacienda y Defensa.
Procedente de una familia de clase alta, fundadora del diario El Tiempo, Santos se ofrece como la persona que puede garantizar el mantenimiento de los logros del gobierno de Uribe, especialmente en seguridad y atracción de inversiones extranjeras.
Y a la vez promete que se concentrará en la creación de al menos 2,5 millones de empleos, en un país en el que los indicadores sociales no son los mejores: la tasa de desempleo es de cerca del 13% y la de pobreza del 46%.