La primera protesta del año contra las políticas del Gobierno colombiano estuvo marcada este martes por pequeñas concentraciones y disturbios en algunas zonas de Bogotá y Medellín que dejaron al menos seis personas heridas, cuatro de ellas policías.
El primer foco de desórdenes ocurrió antes del amanecer en el populoso sector de Suba, en el noroeste de Bogotá, donde fueron bloqueadas estaciones del sistema de transporte público Transmilenio y hubo enfrentamientos entre encapuchados y policías que por la tarde se repitieron en otros barrios de la capital.
En esa refriega cuatro policías y otras dos personas resultaron lesionadas, según la Alcaldía bogotana.
La protesta de este 21 de enero fue convocada por el Comité Nacional de Paro bajo el lema «defensa de la vida», pero fue muy distante de las masivas manifestaciones de noviembre y diciembre pasados cuando multitudes tomaron las calles de Bogotá y otras ciudades.
Además de insistir en cambios en la política económica y social del Gobierno del presidente Iván Duque, distintos sindicatos argumentaron el aumento de la violencia en el país, donde en las tres semanas que van de año han sido asesinados alrededor de veinte líderes sociales, como otro motivo para manifestarse.
CACEROLAZO REIVINDICATIVO
La jornada fue convocada inicialmente como un cacerolazo de final de tarde en la Plaza de Bolívar de Bogotá, centro del poder judicial y legislativo de Colombia, pero diferentes organizaciones sociales llamaron a plantones a lo largo del día que en su mayor parte transcurrieron de forma pacífica.
Entre los manifestantes había conductores de Uber que expusieron su descontento por la decisión del Gobierno de prohibir la operación de esa plataforma en el país alegando competencia desleal, lo que, según argumentan los afectados, perjudica a más de 80.000 personas que trabajan con ese servicio.
«No soy ilegal. #UnaSoluciónParaUberYa», rezaba una de las decenas de pancartas que los conductores juntaron en la Plaza de Bolívar, donde también había otra que decía «88.000 familias sin sustento».
Además de los conductores de Uber, al centro de Bogotá también llegaron trabajadores, estudiantes, indígenas y activistas que hicieron sonar sus cacerolas para rechazar los homicidios de líderes sociales, que según los registros de la ONU en 2019 sumaron 107, la mayoría en áreas rurales.
También hubo batucadas y expresiones artísticas, así como un concierto en una tarima que fue instalada y a la que se subieron artistas como César López, creador de la «escopetarra» que es un instrumento simbólico fabricado con un fusil AK-47 convertido en guitarra, y Mario Muñoz, líder de la banda de rock Doctor Krápula.
PRUEBA PARA LA ALCALDESA DE BOGOTÁ
La alcaldesa de Bogotá, Claudia López, aseguró este martes que en tres de las manifestaciones programadas tuvo que recurrir a «la última instancia» del protocolo para atender estas situaciones, que es enviar al Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad) de la Policía para dispersar a quienes causan desórdenes.
«La mayoría de movilizaciones han sido pacíficas», dijo López en las redes sociales y aseguró que el sistema Transmilenio de autobuses públicos «opera al 90 % en toda la ciudad».
Sin embargo, varias estaciones de Transmilenio fueron atacadas por vándalos, que también dañaron autobuses y se enfrentaron con la Policía en algunas avenidas.
El Esmad, que por la mañana disolvió los disturbios en Suba y reabrió las avenidas a la circulación de vehículos, intervino por la tarde en el sector de Banderas, en el suroeste de la ciudad, y en la céntrica Avenida Jiménez para restaurar el orden.
En todos los casos miembros de ese cuerpo policial antimotines se enfrentaron con encapuchados que les lanzaron piedras.
La Policía también tuvo que intervenir en Medellín, donde agitadores atacaron con piedras y pintura bancos y otros establecimientos comerciales.
La alcaldesa de Bogotá, que defiende el derecho ciudadano a la protesta, argumentó que tuvo que enviar el Esmad a algunos puntos de la ciudad por el vandalismo de encapuchados que rompieron vidrios de Transmilenio, hicieron barricadas en las calles con neumáticos y basura y buscaron gasolina «para hacer incendios».
GOBIERNO DISPUESTO AL DIÁLOGO
Por su parte Diego Molano, director del Departamento Administrativo de la Presidencia y designado como representante del Ejecutivo en el diálogo con los manifestantes, afirmó que el Gobierno está abierto a escuchar a los líderes de las protestas en una «Gran Conversación Nacional».
«El presidente Iván Duque ha estado escuchando en todo momento y lo que queremos es invitar a los manifestantes a que participen en esta conversación nacional y a que avancemos en la solución de esos problemas», dijo a Efe.
La Gran Conversación Nacional es un mecanismo creado por el Gobierno para que todos los sectores del país expresen sus inquietudes con el fin de construir una agenda que permita dar soluciones, pero que sin embargo no constituye un diálogo directo con los líderes de las protestas que comenzaron hace dos meses.
Por eso, los promotores de las manifestaciones aseguran que esa conversación amplia no satisface las necesidades ni la urgencia de las peticiones, y reclaman al Gobierno una mesa independiente de diálogo.
EFE