El líder norcoreano, Kim Jong-un, responsabiliza a EE.UU. del fracaso de la cumbre de Hanói y advierte de que su país se prepara para cualquier «situación posible», según difundió hoy la propaganda oficial tras la reunión con el presidente ruso, Vladimir Putin.
Aunque fueron reproducidos hoy por KCNA, los comentarios de Kim fueron hechos durante la reunión que mantuvo este jueves con Putin en la ciudad rusa de Vladivostok, tal y como asegura la agencia de noticias estatal norcoreana.
Kim afirmó que «Estados Unidos adoptó una actitud de mala fe» en la segunda cumbre que mantuvo con el presidente estadounidense, Donald Trump, el febrero pasado en Hanói, y acusó a Washington de mantener una posición «unilateral» durante la cita, que concluyó abruptamente sin acuerdo.
«La situación en la península coreana y en la región ahora está estancada y ha llegado a un punto crítico en el que puede volver a su estado original», asegura KCNA que le dijo Kim a Putin en la reunión de Vladivostok en referencia a la posibilidad de retomar las pruebas nucleares y de misiles que mantiene suspendidas desde noviembre de 2017.
El líder norcoreano también aseguró que «la paz y la seguridad en la península coreana dependerán totalmente de la actitud futura de EE.UU.» y que su país «se prepara para cualquier situación posible».
Kim remata de este modo su cumbre con Putin, de la que sale reforzado después de que el presidente ruso apoyara nuevamente el desarme gradual con levantamiento progresivo de sanciones por el que aboga Pionyang, así como el brindar al régimen «garantías de seguridad y de defensa de su soberanía» en un marco multilateral.
Con Pekín, Seúl o Moscú apoyando la idea de que es necesario un proceso escalonado que vaya ofreciendo alicientes para el régimen, Kim envía ahora el mensaje de que la pelota está en el tejado de Washington y que es su actitud inflexible la que bloquea el proceso de desnuclearización en la península.
En Hanói, la Casa Blanca abogó por el llamado «big deal» (gran acuerdo), que pasa por eliminar todos los programas de armas norcoreanos (misiles, armas biológicas y químicas), además del atómico, antes de relajar cualquier sanción.
Pionyang ha aumentado su presión en la última semana para que suavice su postura aunque, tal y como coinciden en señalar la mayoría de analistas, parece tratarse en realidad de una estrategia de tira y afloja a largo plazo.
El régimen tiene presentes en todo momento Irak, Libia o la ruptura del pacto con Irán de cara a dar pasos verdaderamente significativos hacia la desnuclearización, mientras que Washington considera que
Pionyang ha demostrado ser un interlocutor deshonesto durante más de dos décadas de negociaciones fallidas.
Cimentar la confianza mutua se antoja como la única manera de sortear el actual atasco, un reto mayúsculo teniendo en cuenta la impaciencia de la que ha hecho gala Trump en la Casa Blanca y el efecto cada vez más asfixiante que están teniendo las sanciones internacionales sobre la economía norcoreana.
En el marco de su estrategia de presión, Pionyang ha incluido también a Seúl, mediador clave para lograr que se celebraran las dos cumbres que han mantenido Kim y Trump hasta ahora.
La mejor prueba de ello es que ya son nueve consecutivas las reuniones semanales de los viernes que el régimen se ha saltado en la oficina de enlace intercoreana abierta en septiembre, según informó hoy el Ministerio de Unificación sureño.
La última se celebró el viernes 22 de febrero, días antes del fiasco de Hanói que ha deparado este cambio de planteamiento del régimen.
Más aún: Seúl celebra mañana un evento para conmemorar que hace un año Kim y el presidente surcoreano, Moon Jae-in, mantuvieron su primera cumbre, paso fundamental en el actual acercamiento.
Pionyang no solo no ha respondido a la invitación para enviar representantes sino que esta semana sus aparatos de propaganda, por primera vez en mucho tiempo, condenaron directamente al Ejecutivo surcoreano por la celebración de unos ejercicios aéreos combinados con EE.UU.
Andrés Sánchez Braun