Resumen: La competencia por la Casa Blanca en 2024 se ha vuelto atípica y compleja, marcada por un relevo tardío en el liderazgo de Joe Biden y un incidente violento que impactó la campaña de Donald Trump. Un análisis de 1078 encuestas del Washington Post revela las tendencias de opinión en un contexto político desafiante.
En una de las mas complejas, extrañas y atípicas campañas se ha convertido la competencia modelo 2024 por la Casa Blanca con un relevo inusual, un cambio de tema intempestivo, un hecho extremo que no movió la aguja a tope y una cerrada riña a mencionar, según el balance de 1078 encuestas que a diario realiza el Washington Post tratando de recoger las tendencias de opinión que no son votos y menos una decisión tomada, teniendo muy presente el sistema político vigente en esta unión de estados.
Hace ya varias décadas que en las elecciones no había un relevo tardío en plena competencia, pero esta vez, como se preveía por el desgaste natural de liderar un país-policía Global, a Joe Biden le pasaron factura estos 4 años y al mes de agosto, muy tarde para efectos de consolidación de simpatías dentro de un partido y para los tiempos del voto ciudadano e identificación de su relevo, se produjo un cambio histórico anunciado por medio de una carta, quizá para ocultar la debilidad corporal que en cada aparición debilitaba la necesaria solidez en el aspecto tan determinante para el respaldo de los delegados demócratas como por un ciudadano norteamericano ávido de respuestas con autoridad y contundencia frente a los temas de política pública que han hecho aguas en este cuatrienio demócrata.
Antes de la renuncia del presidente en ejercicio, el expresidente candidato Donald Trump sufrió un atentado en Pensilvania del cual logró salir ileso además su imagen con su rostro ensangrentado, su puño arriba y la bandera ondeante, rápidamente le dio la vuelta de costa a costa a los Estados Unidos y al resto del planeta, donde muy pocos cuestionaban que todos los caminos de la victoria harían que el multimillonario que corre por los Republicanos, repetiría presidencia en noviembre.
Sin embargo, llegó la renuncia del presidente Biden y esta empata con la salida al ruedo de una hija de inmigrantes, la vice Presidenta Kamala Harris, quien además de haberse ocultado mucho en términos de visibilidad político-electoral, asumió un tema desgastante como la migración sin mucho éxito y con abundancia de críticas. La campaña cambió de tema y la competencia resurgió pues hasta el más neófito de los analistas no daba mucha opción de triunfo a la posta de los demócratas en manos de Biden.
Harris asumió la convención demócrata con el reto de convencer a los delegados, los verdaderos jueces que postulan, respaldan y se buscan los recursos para movilizar los votos que brindan la victoria en la principal potencia del mundo. Luego de una emotiva y muy lacrimógena convención del partido azul, Kamala es proclamada y el efecto espuma en las encuestas no se hace esperar. Pasan las semanas y como efecto previsible Kamala deja de subir.
En el debate de Filadelfia, las audiencias esperaban un choque con visos de empate, sin embargo, la vice presidenta Harris reflejó un potente entrenamiento en vocería y medios que contrastaba con otros momentos en que no brilló con tanta seguridad en lenguaje verbal y no verbal frente a un Donald Trump a quien se le notaron sus propias declaraciones días antes cuando expuso que no necesitaba entrenarse pues ya conocía de los temas y era el más idóneo para liderar de nuevo a los Estados Unidos.
En toda campaña política hay 3 asuntos claves que hay que definir y medir de principio a fin: El tema, los tiempos y el contraste. Sin esos tres factores es muy duro poder llegar en un cierre tan angosto de diferencia a poder soñar con la victoria. Sobre el primer tema arrancamos el primer semestre con un presidente-candidato débil de salud frente a un ex presidente investigado y con procesos judiciales por diversos temas frente a la justicia. Al primero la opinión y su propio partido lo castigaron y al segundo, la acción de la justicia antes lo validó y potenció mucho más. ¿Credibilidad del ciudadano norteamericano trumpista contra la justicia de su propio país o simple amor a toda prueba con Donald? Habrá que ir más al fondo del pensamiento cualitativo de quienes hoy baten la bandera roja por Trump y están dispuestos a votarlo e incluso con quienes se avergüenzan de su posible voto, pero lo van a hacer a escondidas. Sobre los tiempos hay una clara desventaja en el margen de acción de Donald Trump, quien aparte de tener una amplia visibilidad todos estos años sumando el enero de 2021, los procesos en su contra, su exclusión del antiguo twitter y que no ha dejado de opinar sobre el gobierno de su nación tiene una marca política más sólida con la multiplicación de amores, odios o la combinación de ambos en comparación con una Kamala Harris que supo permanecer a la sombra y recién salió en agosto a relevar a Biden y ha tenido que correr una maratón con el apoyo de los Obama, Los Clinton y demás congresistas y lideres de opinión incluidos artistas como Tylor Swift.
El tercer tema es el definitivo y es que pese a los números en claro empate hacia noviembre, estamos antes dos candidatos que representan productos políticos radicalmente distintos, aunque Trump ha tratado de matizarse de centro y ha mesurado algunas posturas frente a los migrantes y Kamala lo ha hecho en relación con ciertos temas que lastiman el voto conservador y tradicional en los estados swing y algunas poblaciones naranjas mas proteccionistas.
A pocos días de conocerse esta decisión los temas de la inseguridad y la inflación son las dos grandes sensibilidades del público norteamericano y las expectativas frente al debate que en medio de la transición política a veces no se profundiza con el rigor debido, las cifras ciertas y el tema de hablar con la verdad pese a la espada de Damocles del fast check que siguen afilando muchos medios de comunicación, universidades y algunos portales especializados, aunque la IA alimentada por opiniones políticas, siempre será tendenciosa.
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