54 poemas inéditos incluidos en la nueva edición de "Poemas Impersonales". EFE/Juan Chicano

Los 54 poemas inéditos incluidos en la nueva edición de «Poemas Impersonales» muestran al Juan Ramón Jiménez «más singular y sorprendente», además de «innovador», y hacen de este título «uno de sus libros póstumos más interesantes», según la profesora Rosa García.

Directora de la Cátedra Juan Ramón Jiménez de la Universidad de Huelva (sur de España), Rosa García ha presentado en la ciudad española de Sevilla esta edición de la Fundación José Manuel Lara, a cargo de la especialista en el poeta de Moguer Soledad González Ródenas, y ha considerado esta edición de «Poemas impersonales» como definitiva frente a las anteriores de este mismo título, que ha calificado de fallidas e incompletas.

Estos poemas inéditos del Nobel español se conservaban en el Archivo Histórico Nacional y, la mayor parte, en la Sala Zenobia-Juan Ramón Jiménez de la Universidad de Puerto Rico, en las múltiples carpetas en las que el poeta reunía borradores, recortes de periódicos y todo tipo de documentación relacionada con su peculiar proceso creativo.

Juan Ramón Jiménez empezó a escribir «Poemas impersonales» entre 1911 y 1913 y, aunque se trata de un libro que nunca entregó a la imprenta como tal, sí que espigó alguno de estos poemas para publicarlos en «Poesías escojidas» (1917) y «Segunda antolojía poética» (1922).

A esos poemas aludiría en varias ocasiones durante los años veinte y, lo más sorprendente, aún trabajaba sobre alguno de ellos en 1954, cuatro años antes de su muerte, lo que demuestra el complejo proceso creativo del poeta, así como la maduración de alguna de sus creaciones hasta que definitivamente las daba por terminadas.

Rosa García ha explicado que ha sido Soledad González Ródenas la encargada de localizar los poemas inéditos que incluye esta edición, y de ordenarlos en las dos últimas partes de las cinco que componen este volumen, tituladas «Miscelánea» y «Borradores».

Según García, el poeta escribió este conjunto de poemas en un momento en que se hallaba «desbrozando su camino futuro», con un estilo que el propio Juan Ramón Jiménez dijo que era «sensiblemente distinto» al que había sido el suyo hasta ese momento.

El mismo poeta escribió, con su gusto por la paradoja, que estos poemas pertenecían «a una línea ajena, pero mía», de tan diferentes como le parecieron a su producción anterior, y el mismo poeta -ha recordado García- dijo que poéticamente había nacido tres veces y la escritura de estos poemas pertenecieron al momento de su segundo nacimiento artístico o estilístico, que se revelaría por completo con «Diario de un poeta recién casado» y «Segunda antolojía poética».

Esos dos títulos, según la profesora, fueron el final de «un largo proceso de autogestación» en el que el poeta escribió de manera compulsiva llevado por una irrenunciable búsqueda para dotar su poesía de una dimensión ética, moral.

«Poemas impersonales», así como los inéditos que ahora lo completan, es de esos libros que el poeta siempre tuvo presentes pero nunca dio a la imprenta, aunque ocasionalmente entregara alguna de estas composiciones a alguna revista, porque, en palabras de Rosa García, «testimoniaban algo muy íntimo» como si fuese una suerte de libro secreto, experimental, imprevisible.

La profesora también ha calificado este libro como de los más «curiosos y extraños» del Nobel por la naturaleza tan compleja de los propios poemas, muchos de los cuales reescribió en múltiples ocasiones en «un proceso de objetivación del yo poético ambiguo y sutil».

Rosa García ha aprovechado para alertar por el penoso estado en que se encuentra la Sala Zenobia-Juan Ramón de la Universidad de Puerto Rico, con goteras, grietas y de la que ha habido que trasladar a otras dependencias parte del tesoro documental que conserva.

En un texto publicado en la revista «Universidad», en Puerto Rico, el propio Juan Ramón Jiménez explicaba por qué escribía con jota las palabras en ge o gi: «Primero, por amor a la sencillez, a la simplificación en este caso, por odio a lo inútil (…) Después, por antipatía a lo pedante», dijo.

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