El cantante español Plácido Domingo sigue en el ojo del huracán por las acusaciones de acoso sexual que denunció la agencia estadounidense Associated Press (AP) en agosto. Ahora otras once mujeres también arremetieron contra el tenor y lo acusaron de comportamientos indebidos hacia ellas.
Una de las mujeres que se sumó a las denuncias es Angela Turner Wilson, quien trabajó con Domingo en la obra de Jules Massenet sobre el legendario conquistador español «El Cid», en la temporada 1999-2000 de la Ópera de Washington.
Una tarde antes de una de las funciones, Plácido y Angela estaban en su camerino maquillándose cuando, de un momento a otro, Domingo se paró detrás de ella, le puso las manos en los hombros y luego la deslizó hacia sus senos por debajo de su blusa, agarrándolos tan fuerte que la misma cantante aseguró que le dolió. «No fue suave, me apretó duro», le aseguró a AP.
Wilson se atrevió a hablar cuando se enteró que Plácido, tras conocer el reportaje donde lo acusaban de acoso sexual, reaccionó diciendo que su actuar «siempre fue bienvenido y consensual» y que «las normas y los estándares por las que, justificadamente, se nos mide hoy en día son muy distintos a los del pasado». «¿Qué mujer va a querer que él le toque los senos? Y dolió… Y después de eso yo tenía que subir al escenario y actuar como si estuviera enamorada de él», arremetió la cantante
La vocera del cantante, Nancy Seltzer, salió en defensa de Plácido y afirmó que «la continua campaña de la AP para difamar a Plácido Domingo no es sólo desacertada sino carente de ética. Estos nuevos señalamientos están llenos de incongruencias y, al igual que el reportaje inicial, en muchos aspectos, simplemente equivocados» y añadió que «debido a que la investigación está en curso, no daremos detalles, pero enfáticamente rechazamos la imagen engañosa que la AP está tratando de pintar del señor Domingo».
Aún así, estas mujeres afirman que hubo manoseos no deseados, persistentes pedidos de reuniones privadas, llamadas telefónicas nocturnas y súbitos besos en los labios por parte de Domingo y varios trabajadores que han compartido bastidores con el tenor español, como Melinda McLain, quien fue coordinadora de producción de la Ópera de Los Ángeles en la temporada inaugural 1986-87 y trabajó también en la Ópera de Houston con Domingo, aseguró que hacían hasta lo imposible para que jóvenes artistas atractivas nunca coincidieran con Plácido por sus malas conductas. «Creábamos todo tipo de artimañas para mantenerlo alejado de ciertas cantantes. Jamás hubiera yo enviado a una mujer a acompañarlo en su camerino», aseguró, añadiendo que una de sus estrategias más efectivas era tener a la esposa de Plácido cerca, Martha, pues con ella al rededor «se comportaba».
Muchas de las mujeres que acusan a Domingo prefieren el anonimato, pues temen a las represalias que pueda emprender el tenor contra ellas si se conoce su identidad, pues él aún cuenta con mucho poder en el mundo del arte estadounidense, además el escepticismo sobre las denuncias por parte de Europa las pone en una posición todavía más vulnerable.