A pocos días de reanudarse los diálogos con el Ejército de Liberación Nacional ELN, el grupo insurgente decreta un nuevo paro armado en el Chocó. Es inaceptable siquiera pensar en volver a instaurar una mesa de negociación con esta insurgencia, cuando no han demostrado un mínimo de respeto por la vida de los colombianos al confinarlos y obligarlos a abandonar sus tierras, pues con este, es el tercer paro armado al que se enfrenta el departamento en lo corrido del año.
Y es que este terrirorio no aguanta una incursión más. Suficiente para que el Presidente entienda de una vez por todas que la Paz Total es una utopía. Con una implementación casi nula de los acuerdos de Paz firmados con las extintas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia FARC, que ha resultado en la reorganización armamentista de algunos frentes y su fortalecimiento en territorios que habían sido recuperados por la fuerza pública hace algunos años, unas conversaciones de las que poco se sabe con el Clan del Golfo y ahora la intención unilateral de reiniciar los diálogos con el ELN y digo unilateral, porque la presunción es solo gubernamental.
Sin mencionar que su obstinación ha contribuido a debilitar a nuestras fuerzas armadas porque han aumentado los atentados a las estaciones y puestos de control de la policía. Parece que, sin importar el costo, Gustavo Petro insiste en negociar con los grupos ilegales. Por eso, es muestro deber ser el muro de contención de las nefastas decisiones del Gobierno Nacional, porque como lo ha recalcado nuestro expresidente y jefe natural de nuestro partido Centro Democrático, Álvaro Uribe Vélez, con la delincuencia no se negocia.
No podemos permitir que se pierda todo lo que se ha ganado en materia de seguridad en las últimas décadas. Arropar a nuestros soldados y policías, hombres y mujeres que diariamente arriesgan su vida para salvaguardar nuestra integridad no es una prioridad para el mandatario, afortunadamente quedan menos de dos años de este gobierno.
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