La Habana, 11 sep (EFE).- El negociador jefe del Ejército de Liberación Nacional (ELN) Israel Ramírez Pineda, alias «Pablo Beltrán», muestra cierto optimismo en una entrevista con Efe ante las negociaciones de paz con el Gobierno del nuevo presidente de Colombia, Gustavo Petro, pero se reconoce escéptico sobre un posible desarme y la propuesta de «paz total».
Beltrán, uno de los máximos jefes de la mayor guerrilla colombiana en activo, reconoce los gestos iniciales de Petro y apunta que quedan apenas «semanas» para que se retomen las negociaciones luego de un parón de cuatro años.
Sin embargo, asegura que el ELN necesita «hechos» y no sólo «palabras» tras lo sucedido con el acuerdo con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que califica de «más un fracaso que un acierto».
Agrega que es precisa una cierta «confianza» entre el ELN y el Gobierno colombiano, un «cese bilateral» de las hostilidades, una «implementación simultánea» de lo que se vaya acordando, así como sentar las bases para «construir un pacto sobre lo fundamental» a nivel estatal que trascienda ideologías y partidos.
El negociador afirma que el ELN mantiene una «posición crítica» en la cuestión del desarme «extraída de la realidad»: «La FARC entregó las armas y comenzaron a matarlos». Argumenta que las armas no son solamente el modo de defensa del ELN, sino también de «las comunidades» en los territorios que controla.
Agrega que «la necesidad de la defensa» acabará «cuando esas comunidades dejen de ser atacadas», algo en lo que a su juicio el Gobierno tiene una doble «tarea».
Por un lado, la lucha contra las «bandas», «clanes» y «mafias» establecidas en muchos territorios y, «lo más grave», «la doctrina de seguridad del Gobierno colombiano», que considera que «es enemigo interno todo el que le protesta».
«Si se desmonta esa maquinaria en contra del pueblo, pues no va a haber necesidad de resistencia ni de lucha rebelde. Nosotros somos una consecuencia», señala sin aclarar cómo podría llegar a concretarse el desarme, pieza fundamental del proceso de paz.
Asimismo el ELN estima preciso reformar en profundidad las Fuerzas Armadas, pues están «muy infiltradas por las mafias y los clanes de narcotráfico», de tal forma que no es cuestión de unas «manzanas podridas», sino que «está podrido el árbol».
En su opinión, «es muy importante que las negociaciones de paz se den en medio de un cese bilateral» de la violencia, algo que debería ser uno de los puntos iniciales y esenciales de las conversaciones con el Ejecutivo de Petro.
EL «SESGO» DE LA «PAZ TOTAL»
Con respecto a la propuesta de «paz total» del presidente colombiano, Beltrán la entiende «como un ejercicio de buena voluntad, no de mala fe». No obstante, cree que «tiene mucho de ese sesgo de pacificación y deja muy a un lado el asunto de hacer acuerdos para resolver los problemas estructurales que generan el conflicto».
«Eso es un proceso de pacificación y Colombia necesita -y está bien- pacificación, pero más que eso necesita paz, que es abordar las causas estructurales que generan el conflicto, que es social, político y armado», distingue.
El negociador recalca que hace falta construir «confianza» entre las partes tras los incumplimientos del «pésimo» Gobierno de Duque, que paralizó las negociaciones en 2019 -tras un año de diálogo- luego del atentado contra la Escuela de Cadetes de Bogotá, con 22 muertos.
«Acuerdo que se haga, acuerdo que se cumple. Así se construye la confianza, pero cumplen ambos. Porque la FARC cumplió y el Estado no. Eso es perfidia (…) Si el Gobierno cumple, el ELN cumple. Pero si el Gobierno incumple, eso no nos obliga a cumplir. Que haya una implementación simultánea», pide.
El moderado optimismo de Beltrán de cara a unas negociaciones con el Gobierno colombiano se debe a algunas de las decisiones iniciales de Petro, como las relativas a los relevos en la cúpula militar, el fin del uso forzado del glifosato para la erradicación de cultivos de coca o la limitación de las extradiciones.
«Son postulados importantes, que varios de ellos han empezado a concretarlos. Eso genera un buen ambiente para buscar una solución política al conflicto», indica. Apunta además que el Gobierno ha propuesto un acuerdo para construir nación, con lo que el ELN está «de acuerdo».
«Hay que hacer un pacto que nos junte a todos -izquierda, derecha y centro- para construir una nación en paz y equidad, y con un nivel de básico de soberanía. Esperamos que el Gobierno lleve a cabo esa iniciativa y en ese camino nosotros tenemos coincidencias con ese planteamiento», afirma.
«MANDATO» POLÍTICO
El negociador, quien afirma que al ELN no le «llama mucho la atención» tener representación en el Congreso, subraya sin embargo que sienten un mandato político relacionado con el estallido social del año pasado.
«¿Qué dijo la gente? Queremos cambiar la situación de Colombia, que haya cambios, que se favorezca a la gente, que no haya más miseria, que haya democracia, que se acabe la guerra. Un mandato muy fuerte. El Gobierno que llegó, el de Petro, llega acogiendo parte de ese mandato. Esperamos que lo cumpla. Y nosotros, como ELN, también nos sentimos responsables de cumplir con ese mandato de que haya cambios en Colombia, entre ellos, que haya paz», explica.
Con respecto al papel de Antonio García en las conversaciones, Beltrán aclara que los estatutos del ELN «mandan que el primer comandante esté muy atento a estos procesos de negociación, pero sin sentarse en la mesa».
«Siempre debe quedar alguien que llame a cuentas si la delegación se equivoca», explica.
Beltrán evita pronunciarse abiertamente sobre la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), pero subraya que el «corazón» de las demandas del ELN es que «se garanticen los derechos de las víctimas (…) de todas las víctimas, con «Justicia», «verdad», «reparación» y «garantía de no repetición».
El negociador, que asegura que el ELN está devolviendo «a los últimos militares» en sus manos, afirma que ellos prefieren que el exguerrillero de las FARC y político Rodrigo Londoño, alias «Timochenko», «no esté» en las negociaciones, pese a haberse ofrecido.
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