El 12 de octubre de 2022, fue aprobada en Berlín, por unanimidad, la actualización del Código Internacional de Ética Médica de la Asociación Médica Mundial (AMM) (https://www.wma.net/es/policies-post/codigo-internacional-de-etica-medica/)
Cinco días después salió en la revista JAMA, un artículo de Ramin Walter Parsa-Parsi, miembro del Consejo, del Comité de Ética Médica y Presidente del Grupo de Trabajo del Código Internacional de Ética Médica, de la Asociación Médica Mundial. En el texto señala los cambios más relevantes de esta quinta versión -la primera se aprobó en Londres, en 1949.
Parsa-Parsi comienza su artículo afirmando que “Una de las misiones centrales de la Asociación Médica Mundial (AMM), en su papel de organización mundial de médicos, es asegurar el más alto nivel posible de práctica ética de la profesión médica.”
Luego afirma que esto lo hace la AMM “Desde su establecimiento en 1947 a raíz de una de las infracciones más atroces de principios éticos médicos”. Entre esas infracciones atroces cometidas, directa o indirectamente -cooperando al mal-, por médicos cómplices del nazismo en la segunda guerra mundial, estaban los ataques, por acción u omisión, contra la vida, integridad, salud y desarrollo, de seres humanos. A causa de esto la mayoría de los médicos acusados fueron condenados por los tribunales de Núremberg.
Una forma de cooperar al mal es el consentimiento de lo que, después de haber puesto los medios para conocer lo mejor posible, se concluye que no está bien. La AMM discutió en Yakarta, Indonesia, en julio de 2022, el que fue, según Parsa-Parsi, el asunto más polémico: la objeción de conciencia. Ahí concluyeron el punto 29 de esta nueva versión del Código Internacional de Ética Médica de la Asociación Médica Mundial:
“Este Código representa los deberes éticos del médico. Sin embargo, en algunos temas existen profundos dilemas morales respecto de los cuales los médicos y los pacientes pueden tener creencias de conciencia profundamente consideradas pero contradictorias.
El médico tiene la obligación ética de minimizar las interrupciones de la atención al paciente. La objeción de conciencia del médico a la provisión de cualquier intervención médica legal solo puede ejercerse si el paciente individual no sufre daño o discriminación y si la salud del paciente no está en peligro.
El médico debe informar de inmediato y respetuosamente al paciente de esta objeción y del derecho del paciente a consultar a otro médico calificado y proporcionar información suficiente para que el paciente pueda iniciar dicha consulta de manera oportuna.”
El médico que objeta en conciencia y luego facilita el dato de quien sí obra lo objetado, está cooperando al mal por complicidad al incitar a acudir a un colega que sí comete lo que quien recomienda rechazó al objetar: se hace parte del conjunto de personas que realizan actos -en este caso facilitar una información-, que tienen como efecto hacer un daño.
Algunos hacen esto con argumento de que se les ha obligado con un mandato, por normas legales o deontológicas como el Código Internacional de Ética Médica de la Asociación Médica Mundial, que afirma respecto a las normas jurídicas: “Dichas normas y estándares no deben reducir el compromiso del médico con los principios éticos establecidos en este Código.”
Una norma sobre temas éticos no obliga en conciencia según las personas o instituciones que la hacen, sancionan, interpretan o penalizan su incumplimiento, sino según el bien o perfección que es cada uno de todos los seres humanos, sin excepción, desde el inicio de su concepción hasta su terminación natural; en esto se sustentan las normas, que tienen en cuenta la igual dignidad de todos, que es la valoración justa de la humanidad de cada uno.
Otra forma de cooperación al mal es la provocación que supone, por ejemplo, meter un error en un código de ética. ¿Qué sucede en la conciencia del médico al que su código deontológico más universal le indica dar prioridad a ese referente por encima del derecho universal de los derechos humanos ratificado por tantos países y que suele ser muy tenido en cuenta en sus constituciones y, aún más, por encima de su conciencia, que le impera que no facilite información que contribuya a un mal?
En la introducción este nuevo documento de la AMM afirma: “El Código Internacional de Ética Médica debe leerse en su conjunto y cada uno de sus párrafos constituyentes debe aplicarse teniendo en cuenta todos los demás párrafos pertinentes.” No es suficiente leer en conjunto, hace falta facilitar unos referentes que garanticen el acierto en los principios y normas: los valores bien definidos y jerarquizados, que articulan dando la organicidad a ese conjunto, que hace posible que quien viva el código avance efectivamente hacia su pleno desarrollo como ser humano.
Tal vez el fragmento que más se aproxima al máximo desarrollo, es: “Al prestar atención médica, el médico debe respetar la vida y dignidad humana y la autonomía y los derechos del paciente.” Si no se le respeta a un ser humano su vida, que es el requisito para que pueda vivir los demás derechos, no se respeta en realidad ningún derecho, no se le respeta a él. Por ejemplo, quien pide su destrucción necesita que se le respete lo suficiente para ayudarle a que se entere del bien que es.
Cuando se entere lo suficiente, se centrará, no en pedir su destrucción por evasión de lo que le desagrada o hace sufrir, sino en procurar el mayor bien posible, para sí mismo y los demás, con ocasión de lo que está viviendo. Si todos procuran esto, raramente alguien agrederá a otro y prontamente rectificará.
Cuando la referencia de un ser humano sea asumir el cuidado del bien que es él, ejercerá asertivamente su autonomía: habrá aprendido a jerarquizar: primero sus ser, luego sus perfecciones, tendencias, deseos y acciones: cada parte en función del bien que es el todo al que pertenece y del que se deduce el valor de la misma.
También se coopera al mal usando a otra persona al estimular sus sensaciones y reacciones con alguna forma de manipulación, por ejemplo, por medio de halagos, lo que contradice el artículo 4 de este Código: “El médico debe ejercer con conciencia, honestidad, integridad y responsabilidad, y siempre aplicar su opinión profesional independiente y mantener el más alto nivel de conducta profesional.”
Se coopera al mal por imprudente ocultación; por eso en el N.º 19 de este Código se lee: “El médico debe comunicarse y ser considerado con otros, cuando estén disponibles, que son fundamentales para la atención del paciente, considerando las preferencias y el interés superior del paciente y con el debido respeto de la confidencialidad del paciente.”
También con el indebido silencio se coopera al mal; al respecto afirma el N.º 37 del Código: “Los médicos deben evitar actuar de tal manera que debiliten la confianza del público en la profesión médica. Para mantener esta confianza, los médicos deben tener, ellos y sus colegas médicos, los más altos estándares de conducta profesional y estar preparados para denunciar todo comportamiento que entre en conflicto con los principios de este Código a las autoridades apropiadas.”
También se coopera al mal con la defensa del mal. Uno de los modos de ponerse a defender el mal es señalarlo como un contenido de un código de ética. Cuando se hace esto y en el mismo texto se lee, por ejemplo, el principio 40: “El médico debe apoyar a los compañeros médicos en el cumplimiento de las responsabilidades establecidas en este Código y tomar medidas para protegerlos de la influencia indebida, el abuso, la explotación, la violencia o la opresión.”, los médicos pueden llegar a sentirse agredidos con estas mencionadas formas de violencia, cuando se les denuncia por promover el mal que en su código les señalaron como bueno o ético, por ejemplo, por hacerse cómplices facilitando, porque un código u otra norma los obliga, el dato de un médico que sí hará un daño.
Entre lo que actualiza el código está el último de sus doce principios: “El médico debe esforzarse por ejercer la medicina de manera sostenible desde el punto de vista medioambiental, a fin de minimizar los riesgos de salud medioambiental para las generaciones actuales y futuras.”
El ambiente más inmediato de las poblaciones humana y fetal, es el cuerpo de su madre. El hijo o la hija, es el segundo paciente, pero nunca es un paciente de segunda -ningún miembro de nuestra especie lo es-, por eso también con él debe “esforzarse por ejercer la medicina de manera sostenible … a fin de minimizar los riesgos de salud medioambiental para las generaciones actuales y futuras”.
La cooperación al mal se remplaza procurando siempre hacer el mayor bien posible a cada ser humano, sin llegar a ser excluyente con alguno.
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