“Colombianos! Mis últimos votos son por la felicidad de la patria. Si mi muerte contribuye para que cesen los partidos y se consolide la unión, yo bajaré tranquilo al sepulcro”.
La última proclama de Simón Bolívar, antes de morir en 1830, evidencia, que hace cerca de 200 años, Colombia, este país que tanto amamos, ya reclamaba una forma distinta de hacer y ejercer la política y en consecuencia, el poder.
En pocos meses seremos testigos de una nueva contienda electoral. El partidor está en ceros para muchos que buscan hacerse elegir y para otros, los tradicionales, ya marca un saldo positivo gracias a los financiadores de campañas que hacen sus apuestas al “mejor” postor (normalmente es el peor) con el fin de hacerse a la contratación estatal.
Las viejas prácticas abundan, inundan el sistema, destruyen las creencias solo por buscar sus metas personales. Cada cuatro años asistimos a la misma película en la que nos prometen un final feliz, pero que es un completo engaño. Nos prometen que esta vez Jack si se salvará y vivirá feliz con Rose al terminar Titanic. ¡Tremenda mentira!
Las cifras no mienten. La última encuesta de cultura política del DANE (resultados publicados en marzo de 2022) arrojan un panorama claro: los partidos políticos solo cuentan con el 8.5% de confianza por parte de los colombianos. Estos números, que pasaron desapercibidos quizás por publicarse en medio de las elecciones al Congreso de la República son de una contundencia absoluta: los colombianos estamos cansados.
“Mauricio, pero siguen gobernando y sacando la mayor cantidad de curules, es decir, que la gente que dice estar cansada, igual vota por ellos”, me decía un amigo con el que hablaba hace unos días del tema. Sí, le respondí, tienes toda la razón. Esto se da por varias razones: 1. La maquinaria y las altas sumas de dinero que invierten en las campañas, en las que no les interesa volarse los topes establecidos por la Ley. 2. Con ese dinero compran conciencias. 3. Falta de opciones realmente diferentes que puedan hacerse viables con propuestas claras y alcanzables.
Este es el momento. Cada cuatro años nos amenazan con que nos jugamos el futuro en una u otra elección, pero el futuro es posible solo si arreglamos el presente. Hay que cambiar nuestras formas de hacer, entender y ejercer la política. Los nuevos liderazgos reclaman su espacio y se confrontan con los viejos que se niegan a soltar el poder. ¡Podemos ganarles!
“No aspiro a otra gloria que a la consolidación de Colombia”, decía Bolívar al final de su proclama y esta aspiración es la de todos los que día a día nos levantamos a trabajar por ella , por convertirla en un lugar mejor para que crezcan nuestros hijos. No es una tarea fácil, pero aquí estamos listos para afrontarla. Estamos listos para derrotar la politiquería y sus perversas formas de actuar. ¡Estamos listos porque somos una opción !