Resumen: La violencia infantil en Colombia alcanza niveles alarmantes, generando temor y angustia en padres de familia.
Alguien me preguntó qué opinaba acerca de lo que está sucediendo con los niños en nuestro país, repleto de tristeza atiné a decir que los padres de familia, hoy, parecen más escoltas que papás, se dedican más a cuidar a sus hijos que a disfrutarlos, lo cierto es que son tan vulnerables nuestros infantes que los adultos perdimos la tranquilidad al saber que algo puede pasarles. Son tantos los psicópatas sueltos que hasta uno corre peligro, y, no pretendo exagerar, pero la percepción es que los niveles de violencia se agudizan cada vez más, así alcaldes y gobernadores digan que todo va bien y mejorando. Como ciudadano, padre de familia y profesor, me queda difícil pensar y menos creer que alguien sea capaz de coger una niña de doce añitos, violarla, desmembrarla y luego tirarla a un rastrojo como cualquier basura. El caso de la niña Sofía, conmovió a todo un país, pero, no se trata solo de un caso “porque, así como le sucedió a Sofía, en lo que va de este año 375 niños, niñas y adolescentes han muerto de manera violenta. Un detonante de paranoia colectiva sobre múltiples riesgos que corren los niños en un país como Colombia”. (Periódico El Colombiano octubre 21 de 2024 página 10).
El peligro no está solo en la ciudad, ciertamente, en la zona rural también hay violencia infantil, allí están los grupos violentos que reclutan los niños, poniéndolos al servicio de una guerra absurda llena de odios, rencillas e intereses económicos donde los niños nada tienen que ver. Se ha dicho, y documentado, que algunos comandantes han abusado de niños sin ningún pudor. El problema en la zona rural es que allí impera la ley del silencio, nadie puede decir ni objetar nada y menos denunciar. Sí, allí impera el miedo a manifestar, esto por las represalias que puedan tomar los violentos en contra de la familia denunciante; de ahí el silencio total ante el reclutamiento o la desaparición. “En el Cauca, por ejemplo, entre enero y agosto, del año en curso, 190 menores de edad fueron víctimas de reclutamiento forzado. Estas cifras podrían ser aún mayores, según la Defensora del Pueblo, Iris Marín, ya que puede haber un subregistro del 30% debido al temor de algunos padres de familia a denunciar” (Ibid).
¿Qué está pasando con los niños en nuestro país?, me duele saber que en muchos lugares (hogares), la niñez sea algo inexistente, esto porque algunas niñas están saltando de la cuna a la sala de partos, es cierto, así suene raro es la verdad, hoy las niñas se están embarazando a unas edades que no logro digerir en mi mente. En otras palabras, según las estadísticas oficiales del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), en Colombia, la mitad de los embarazos no son planeados, y de ellos 3.468 nacimientos se dieron en niñas de 10 a 14 años durante el año 2021; en medio del estupor, seguí analizando y comparando cifras, pero, la verdad empecé a sentir una angustia tan fuerte y un escalofrió tan inmenso en mi cuerpo que hice una pausa y, con aromática de yerbabuena en la mano seguí leyendo. Mientras el humo salía del pocillo haciendo figuras en el aire, yo me preguntaba, ¿cómo puede una niña de escasos diez o doce añitos tener un bebé, cómo puede una niña, ¡una niña!, ser mamá a esa edad? Solo digo que, por la sensibilidad, pasados unos minutos no pude terminar de leer las estadísticas, me producían escozor y unas inmensas ganas de llorar que apagué el computador y me puse a leer. Para mí es imposible pensar y menos creer que en el vientre de una niña halla un bebé que luego le diga mamá a otra bebé. ¡increíble!
No pretendo hacer juicios de valor y, menos culpar a alguien, pero sí me llama la atención la niñez de estos tiempos y creo que algo no se está haciendo bien, lo digo por las niñas metidas en la prostitución y en el mundo de las drogas. Cabe entonces preguntarse ¿qué puede pasar por la mente de una niña o un niño en medio de ese mundo de adversidades? Así me digan anticuado, arcaico u obsoleto, debo afirmar que nuestra niñez nos la pintaron de otro color, así haya sido bajo el yugo de nuestros padres, quienes eran regañones y, porque no, pegones. Recuerdo que el control de mamá era ineludible, nos dejaba salir a la calle a jugar con los amigos, poniéndonos límites hasta donde podíamos ir; no podíamos salir de la cuadra para ella vernos desde el balcón. Hoy, no solo se van de la cuadra sino del barrio y, si pueden, de la ciudad.
Ahora bien, vuelvo y me hago la pregunta ¿Qué está pasando con los niños en nuestro país? Cuando trato de responderme, me doy cuenta de que muchas cosas han cambiado y han transformado la sociedad. Sin ser puritano o conservador si me gustaría agregar que mis amiguitas no se vestían como lo hacen algunas niñas hoy, tampoco había tanta confianza verbal o corporal, nosotros salíamos a jugar y eso hacíamos, ¡ah!, nos embriagábamos con confites de anís o aguardiente como les decíamos y, fumábamos cigarrillos de azúcar. No nos estaba permitido decir palabras soeces o vulgares, menos podíamos irrespetar a una persona mayor o adulta, jugábamos en la calle y nada pasaba, íbamos a la escuela a pie, no había transporte escolar, hacíamos mandados a la tienda todo el día. Sigo sin entender, qué está pasando con los niños en nuestro país. No sé qué pensar o qué decir.
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