La activista iraquí yazidí Nadia Murad, la flamante premio Nobel de la Paz 2018, anunció hoy su compromiso para ser el altavoz de quienes son silenciados y no pueden contar su situación.
«Me comprometo a ser la voz de quienes no tienen voz», dijo la superviviente de la esclavitud sexual del Estado Islámico (EI) durante una rueda de prensa en Washington, su primera aparición pública tras recibir el galardón el pasado 5 de octubre.
Murad aseguró que recibir el premio es «un honor» y que ayudará en su causa, la denuncia del genocidio de la comunidad yazidí y la violencia sexual en conflictos, así como la recuperación de las vidas de los damnificados de estas situaciones.
«Es un honor compartirlo con los yazidíes, los iraquíes, los kurdos y otras minorías perseguidas y todas las víctimas, en especial las de violencia sexual, en todas las esquinas del mundo», aseveró Murad, de 25 años.
La activista advirtió de que ella sola no podrá cumplir con los reclamos de su causa y llamó a la comunidad internacional a trabajar junto a ella.
«Un solo premio y una sola persona no pueden lograr este objetivo, necesitamos un esfuerzo internacional con la ayuda de instituciones y la participación de mujeres y jóvenes, con la participación de las víctimas para traer de nuevo la vida a las regiones destruidas por la guerra», insistió la premiada.
«Llamo a todos los Gobiernos -prosiguió- a que se unan a mí para combatir el genocidio y la violencia sexual. El mundo debería asegurar que haya responsabilidades para que la violencia sexual en conflictos pare».
En este sentido, abogó por centrar el foco en que los autores de los crímenes cumplan con su responsabilidad en los mismos y por que haya justicia para las víctimas.
«Debemos trabajar juntos con determinación para hacerles responsables y conseguir la justicia para las víctimas, especialmente para las de violaciones sistemáticas de ISIS y otros grupos terroristas».
El 3 de agosto de 2014, EI accedió a la comarca iraquí de Sinyar, en la que nació y creció Murad, quien se convirtió en una de las 3.000 niñas y mujeres que fueron sometidas a ventas y reventas para su explotación sexual, una humillación que tuvo que sufrir durante tres meses, hasta que logró escapar.
El objetivo del Daesh era acabar con los yazidíes, una minoría de etnia kurda a los que consideran infieles y que han sufrido 74 genocidios a lo largo de la historia.
Murad comparte el Nobel de la Paz 2018 con el médico congoleño Denis Mukwege, que trabaja por la recuperación de mujeres violadas durante los conflictos armados.
EFE
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