Dos hembras de cóndor rescatadas en una comunidad rural boliviana fueron devueltas a su hábitat natural tras pasar un proceso de rehabilitación en el bioparque municipal de La Paz, mientras en el sur del país avanza la investigación por la muerte de una treintena de esas aves por envenenamiento.
Las aves, bautizadas como Choquekota y Retamani, fueron puestas en libertad en un cerro cercano a la comunidad rural de Choquekota, en el municipio sureño de Palca, en La Paz.
La liberación estuvo encabezada por el viceministro de Medio Ambiente, Magin Herrera; la directora de Empresas y Entidades de la Alcaldía paceña, Verónica Rojas, funcionarios del Gobierno nacional y de los municipios de La Paz y Palca, además de autoridades indígenas de estas comunidades.
«El cóndor es un símbolo que nos representa a todos los bolivianos, está en nuestro escudo. Así que muy contentos porque los dos cóndores han levantado vuelo», destacó el viceministro Herrera.
Tras la liberación de las aves, los indígenas ofrecieron un apthapi o comida comunitaria para compartir entre los asistentes.
EL RESCATE
Choquekota fue hallada el pasado 2 de febrero en la comunidad homónima por campesinos del lugar que la vieron caer desde un cerro, explicó a Efe la directora del Bioparque Vesty Pakos de La Paz, Grace Ledezma, cuya institución se encargó de la rehabilitación de ambas cóndores.
El ave fue llevada hasta el centro de salud de Palca y los campesinos contactaron con las autoridades nacionales que pidieron apoyo al bioparque paceño para rehabilitarla.
La segunda ave fue encontrada dos días después en una situación similar por los campesinos de la comunidad de Retamani, por lo que se la bautizó con ese nombre.
Los animales fueron llevados al bioparque municipal de La Paz donde se les realizaron evaluaciones sanitarias, físicas, nutricionales y «conductuales», hallando que estaban débiles y con deshidratación severa, según Ledezma.
Vitaminas y una dieta apropiada fueron parte del tratamiento que recibieron y que les permitió ganar peso y recuperar su salud, indicó.
Las aves permanecieron en «cuarentena» en espacios ambientados con elementos naturales para evitar el contacto con humanos y «que sigan presentando los comportamientos silvestres propios de la especie».
Luego de tres semanas, Choquekota y Retamani estaban más activas y rehuían a la presencia humana, lo que mostró «que ya estaban listas para retornar a la naturaleza», agregó Ledezma.
Antes de liberarlas, se les colocó unos aparatos con GPS para hacerles un seguimiento, explicó por su parte Herrera, quien también destacó el compromiso de los lugareños con la conservación de la vida silvestre.
LA INVESTIGACIÓN EN EL SUR
Mientras esto ocurría en La Paz, en la región sureña de Tarija continúan las indagaciones por la muerte de 34 cóndores a principios de este mes.
El biólogo investigador de la organización no gubernamental Nativa Juan de Dios Garay, integrante de la comisión encargada de determinar las circunstancias del suceso, explicó a Efe que se halló en los animales y en el terreno «un componente tóxico bastante fuerte y letal».
Según distintos testimonios recogidos por la comisión y por las autoridades, pobladores de la zona habrían dejado como cebo un chivo envenenado.
Junto a los 34 cóndores muertos también se hallaron otras especies rapaces como el catharte aura y el caracara plancus y unos cinco perros, entre otros animales.
El biólogo investigador explicó que, incluso, toda clase de «insectos que son atraídos por la carne, por la carroña también morían inmediatamente si probaban los fluidos de la descomposición» de los cóndores y los otros animales.
Según las conclusiones preliminares de esa comisión, pobladores de la localidad tarijeña de Laderas Norte querían proteger a sus rebaños de perros callejeros y de algunos zorros que atacaban a sus ganados caprino y ovino.
Sobre este caso ya se ha presentado una denuncia ante el Ministerio Público y desde Nativa se espera que este hecho no quede archivado y «se dé con los responsables».
Para evitar que se presenten de nuevo este tipo de situaciones, Nativa ha propuesto que se «se cree una reserva, una zona de protección de 57.000 hectáreas». En la zona ya hay dos reservas que son muy pequeñas para poder cuidar correctamente a «cóndores y grandes felinos».
«La propuesta es para que a futuro se pueda extender esa área protegida a la Reserva Natural de Flora y Fauna de Tarquía», dijo Garay.
Las investigaciones apuntan a los pobladores de ese sector, que al ver a sus animales amenazados por pumas y zorros decidieron envenenarlos, pero lamentablemente el daño colateral afectó no solo a los cóndores sino también a otros animales y lo que es peor se teme que muchos pichones de cóndor también pierdan la vida.