Los abastos y mercados populares en Caracas muestran hoy las colas habituales de venezolanos que cazan productos escasos y de donde salen cada semana con bolsas más pequeñas debido a la hiperinflación que el Gobierno de Nicolás Maduro busca vencer con un nuevo y estrepitoso aumento salarial.
Apenas 48 horas después de que el jefe del Estado anunciara un alza de 300 % en el sueldo mínimo legal, que es percibido por la mayoría de los trabajadores del país, los ítems de primera necesidad se vendían a precios que van desde 30 % hasta 100 % más caros que la semana pasada.
Aunque el decreto del presidente se verá reflejado a final de mes, cuando el ingreso base pasará de 4,7 a 18,9 dólares mensuales -según la tasa oficial-, otra cruda muestra de la espiral hiperinflacionaria en que entró
Venezuela en 2017 no se hizo esperar en los anaqueles, donde los precios son cambiados casi a diario.
Efe pudo constatar que los precios subieron entre un 30 y 50 % en mercados del centro de Caracas, mientras que en el acomodado municipio Chacao, un bastión del antichavismo, el incremento ronda el 100 %.
Desde un mercado de esa zona capitalina la corredora inmobiliaria René Benfele dijo a Efe que el alza de los precios ha sido «descomunal» en las últimas horas pues, asegura, ha visto aumentos de 200 y 300 % en varios productos.
«Hay que gastarlo (el dinero) porque ya mañana vale menos la plata de hoy, la plata al día siguiente no vale nada», dijo en alusión a la devaluación casi diaria que experimenta el bolívar en el mercado oficial, donde se depreció 9,16 % frente al dólar tras los anuncios económicos del Ejecutivo.
Por su parte, la periodista Vanessa Barreto calcula que el dinero con que compraba comida para 15 días hace dos semanas hoy le alcanza solo para cubrir las necesidades alimentarias de siete días.
«Nos está consumiendo la inflación, nos está matando», sostuvo la joven que llevaba una compra de 200.000 bolívares, 210 dólares o el equivalente a 11 salarios mínimos, y que será «insuficiente» para alimentar a su familia durante el mes, según dijo.
En Chacao es común que las transacciones por comida se hagan en dólares, una modalidad de pago aceptada por casi la totalidad de los comerciantes que determinan la tasa de cambio de acuerdo al mercado paralelo e ilegal, que rige casi toda la actividad económica en el país y donde el signo estadounidense se cotiza mucho más caro.
Del otro lado de Caracas, en el territorio considerado un bastión de la revolución bolivariana, los mercados populares muestran un alza menor en los precios, sin que esto sea una alegría para los lugareños.
Por ejemplo, en la parroquia La Candelaria (centro) un kilo de cebollas es hasta 70 % más barato que en zonas como Altamira (este), pero en los dos casos equivale a varios días de trabajo de cualquiera de los millones de venezolanos que devengan sueldo mínimo.
El comerciante Francisco Linares dijo a Efe que en el oeste de Caracas el aumento de los precios también es una realidad pero hasta ahora en una medida menor a la que él mismo temía tras los anuncios de Maduro.
Consultado sobre el impacto que tendrá el nuevo salario decretado por el Ejecutivo, el hombre de 48 años cree que tampoco «alcanzará para cubrir ni siquiera las necesidades básicas».
El alza salarial decretada el lunes, la primera de este año luego de seis en 2018, mantiene a los casi 4.000.000 de trabajadores que perciben este ingreso en situación de pobreza extrema según Naciones Unidas, que fijó en 1,20 dólares diarios el umbral de la miseria.
Venezuela cerró 2018 con una inflación de 1.698.844,2 %, según datos la Asamblea Nacional (AN, Parlamento), de contundente mayoría opositora.
El indicador se mantiene en más de un 3 % por día, un ritmo que podría acelerarse en medio del pronóstico del Fondo Monetario Internacional, que vaticina un 10.000.000 % de inflación para final de año.
Héctor Pereira