Ecuador conmemorará mañana el Día Internacional de los Museos en medio de la incertidumbre sobre la fecha de reapertura de sus centros culturales tras dos meses de cierre por el coronavirus, y con la mirada puesta en la digitalización, como mecanismo para llevar el arte a la sociedad.
Todo acto masivo o asistencia a lugares cerrados, como los museos, está prohibido desde el 16 de marzo en Ecuador, donde los registros oficiales hablan de más de 32.000 contagiados y sobre los 2.600 fallecidos por COVID-19.
REFORZAR EL USO DE LA TECNOLOGÍA
En el marco del desasosiego por la pandemia, la situación es incierta para los museos pequeños y otros de localidades rurales, mientras las grandes instalaciones buscan maneras de reforzar el uso de la tecnología para esquivar el aislamiento.
El coronavirus «nos ha hecho pensar seriamente en que nunca creímos que la tecnología era tan importante», confesó a Efe la directora de los Museos de la Casa de la Cultura Ecuatoriana (CCE), Patricia Noriega.
Y aunque la CCE navega hace años por la web, ha debido reinventarse en medio de la crisis sanitaria para sacar «los museos al mundo» con nuevas plataformas y formatos, mientras diseñan protocolos para retomar las actividades en la era post-COVID-19.
EL PAN ESPIRITUAL
El presidente nacional de la CCE, Camilo Restrepo, reconoce que en su institución estaban anclados al viejo concepto del museo, aquel en el que la gente acudía al sitio, y no veían «la gran posibilidad que el mundo abrió» con mecanismos digitales, que ya son rutinarios en instalaciones de su tipo en otras latitudes.
«Hemos tenido que comprender este nuevo mundo», dijo a Efe al apuntar que ahora con la tecnología han llevado «el pan espiritual (arte) a las casas», han invitado a la gente a replicar cuadros, a asomarse a sus museos a través de internet.
Con la proyección de imágenes fragmentadas de obras, donde se aprecian trazos, texturas, colores y otros detalles, intentan suplir las sensaciones y emociones que evocan el ver una obra en directo.
En esa línea, mañana presentarán una versión en 360 grados del Museo de Arte Colonial, de Quito, para que la gente «entre», «recorra» las salas a la distancia de un clic, mientras museos de otras ciudades ecuatorianas ofrecerán visitas virtuales, con explicaciones en vivo por parte de directores y curadores.
«La tecnología nos ha atravesado a todos en este ultimo tiempo. Estas nuevas formas de tecnología llegaron para quedarse. No se sabe lo que pase con el virus. Sin embargo, los museos hemos ganado una herramienta importante», aseveró Noriega.
Como ejemplo, mencionó que si normalmente tenían entre 200 y 300 personas en la presentación de alguna exposición, en recientes lanzamientos virtuales hubo «más de 600 gentes mirando el evento».
«Esto es una buena salida, una opción creativa y un gran esfuerzo», dijo a Efe el pintor Miguel Betancourt, uno de los más destacados de Ecuador, donde también hay museos en localidades rurales con dificultades de acceso, de conexión a internet y que afrontan estoicos los embates de la falta de ingresos económicos.
Por ello, Betancourt cree que «para esta época muy especial» deben haber aportes del Estado y un fondo alimentado por la empresa privada, por coleccionistas privados, y por gente sensible dispuesta a donar para que el patrimonio cultural se mantenga vivo y se difunda. Un fondo que puede perdurar en la era post-COVID-19.
LA NUEVA NORMALIDAD
A la espera de la autorización para reanudar sus actividades, los museos preparan protocolos de seguridad a fin de entrar en la «nueva normalidad», reduciendo aforos, modificando formas de guiar al visitante, pero sin dejar de lado lo digital.
«No hay sustitución al hecho mismo de que el público llegue e interactúe en ese espacio físico y maravilloso llamado museo», pero lo digital no se contrapone, se convierte en un complemento para la difusión, piensa Betancourt.
Para Restrepo, el museo permite «traer el ayer al presente para comprender el pasado y proyectar al futuro», en tanto que Noriega opina que esas instituciones ayudan a preservar la identidad y permiten a las sociedades reconocerse en el tiempo.
Un mundo sin museos sería «un desastre» y provocaría «un vacío profundo», a criterio de Betancourt, que espera con ansias la reapertura de lo que llama «una ventana al mundo, para mirar el patrimonio, que es el espejo de una nación».
EFE