El mundo ha vuelto por fin a una expansión económica como no se veía desde antes de la crisis, según la OCDE, que elevó sus previsiones de crecimiento para este año y el próximo pero llamó la atención sobre algunos riesgos, especialmente el de una posible guerra comercial.
En su informe de perspectivas publicado hoy, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) indicó que la progresión del producto interior bruto (PIB) en el mundo será del 3,8 % en 2018, lo que significa una décima más que en su anterior análisis de hace seis meses.
La revisión al alza es todavía mayor para 2019, de tres décimas hasta el 3,9 %, un ritmo que se explica en primer lugar por el tirón -finalmente- de la inversión y del comercio mundial.
Los bajísimos tipos de interés mantenidos por los principales bancos centrales y los estímulos fiscales han sido los grandes apoyos, pero la vuelta a la normalidad en política monetaria exige que sean las mejoras de productividad las que tomen el relevo.
Para que eso ocurra, según el economista jefe de la OCDE, Álvaro Pereira, se tiene que retomar el ritmo de las reformas estructurales, que se ha apagado en los últimos años, precisamente al calor de una recuperación que parecía hacerlas menos acuciantes.
Por el lado de los riesgos, Pereira advierte de las tensiones comerciales, ante las que la receta es «continuar el diálogo», porque la eventualidad de una guerra comercial es algo que «no queremos experimentar».
El «club de los países desarrollados» se niega a señalar directamente a Estados Unidos como responsable de las tensiones -ha contabilizado 1.200 restricciones al comercio desde 2007 de diferentes miembros del G20-.
En lugar de evaluar posibles impactos funestos, prefiere señalar que si se igualaran por lo bajo las tarifas aduaneras el comercio mundial aumentaría un 3 %.
Otras amenazas que sobrevuelan el escenario macroeconómico son el tirón del precio del petróleo (ha subido un 50 % en doce meses, en parte por tensiones políticas con Irán o por el hundimiento de Venezuela) y la volatilidad financiera por el aumento de tipos de interés en Estados Unidos, que ha golpeado de rebote a Argentina.
Los autores del estudio aumentaron las cifras para la práctica totalidad de los grandes países, con la notable excepción de Italia, que en plena crisis política y con el escenario de unas nuevas elecciones a la vuelta de la esquina, ve sus expectativas -que ya eran relativamente mediocres- corregidas a la baja.
Estados Unidos es uno de los ejemplos de mejora de las perspectivas, con un incremento del PIB del 2,9 % en 2018 (cuatro décimas más de lo anunciado hace seis meses) y del 2,8 % en 2019 (siete décimas más).
La primera economía mundial vive la expansión más prolongada en décadas pero con unas tasas de crecimiento relativamente bajas, lo que deja margen para que la dinámica continúe.
En la zona euro, la corrección al alza es menos pronunciada, de una décima este año al 2,2 % y de dos el próximo al 2,1 %, y España aparece claramente como uno de los que tiran del carro en la moneda única, con un 2,8 % en 2018 (cinco décimas más que lo augurado en noviembre) y un 2,4 % en 2019 (tres décimas más).
Por debajo de la media de la eurozona se quedan sus dos pesos pesados: Alemania (2,1 % cada uno de los dos años) y Francia (1,9 % también en los dos ejercicios).
El caso más preocupante es el de Italia, cuyo PIB sólo aumentará un 1,2 % en 2018 y un 1 % en 2019, dos décimas menos de lo anticipado por la propia OCDE en noviembre.
Entre las grandes economías emergentes, los autores del estudio elevaron las predicciones para Brasil (al 2 % en 2018 y al 2,8 % en 2019), China (6,7 % y 6,4 %), India (7,4 % y 7,5 %), México (2,5 % y 2,8 %), mientras que Argentina vio recortadas las suyas, tras las sacudidas de las últimas semanas por una fuga masiva de capitales.
En noviembre la OCDE había augurado una subida del PIB argentino del 3,2 % tanto este año como el próximo, pero ahora eso se queda en un 2 % y un 2,6 %, respectivamente.
EFE