La investigación sobre los vínculos de la campaña presidencial de Donald Trump con el gobierno de Rusia se le complican al gobernante después de conocerse que, pese a que ya hacía campaña electoral para ser presidente de Estados Unidos, perseguía intereses comerciales con ese país.
El abogado personal de Trump y entonces consejero jefe de su grupo de empresas, Michael Cohen, confirmó que cuando ya llevaba cuatro meses de campaña para la Presidencia de Estados Unidos, el magnate firmó una «carta de intención» para levantar en Moscú una enorme Torre Trump como la que tiene en Nueva York, y que alberga las oficinas centrales de su organización empresarial.
Estas informaciones contradicen lo dicho anteriormente por el propio Trump, que ha reiterado en sus declaraciones públicas que sus negocios inmobiliarios «no tenían ninguna relación con Rusia».
Los abogados de Cohen han entregado a los investigadores del Congreso que indagan sobre la supuesta interferencia del Kremlin en las elecciones estadounidenses para beneficiar a Trump, decenas de documentos y correos electrónicos de su campaña electoral, incluyendo varios relacionados con el proyecto de llevar a cabo estos planes inmobiliarios en Moscú.
La declaración de Cohen asegura, sin embargo, que la decisión de emprender ese proyecto de la Torre Trump de Moscú, lo mismo que la posterior de abandonar el plan, «no guardaba relación con la Campaña de Donald J. Trump a presidente».
La noticia de estas negociaciones fue primeramente destapada por The Washington Post, que indicó que dichos tratos se llevaron a cabo a finales de 2015 y principios de 2016, bastante después de que Trump anunciase oficialmente su candidatura a la Presidencia el 16 de junio de 2015 e incluso después de haber sido elegido candidato.
Como parte de las discusiones, según el Post, el promotor inmobiliario de origen ruso Felix Sater instó a Trump a viajar a Moscú para promocionar la propuesta y sugirió que podría hacer que el presidente ruso, Vladimir Putin, dijera «grandes cosas» sobre él.
Trump no llegó a viajar a Rusia y, según Cohen, nadie de su equipo tampoco se reunió con Putin.
Sater, nacido en la Unión Soviética y criado en Nueva York desde los ocho años, dijo en un correo electrónico fechado en noviembre de 2015 que pronto estarían celebrando al mismo tiempo el logro de ese negocio en Moscú y la elección de Trump como presidente.
El Post aseguró que finalmente el proyecto se abandonó debido a que los inversores carecían de los terrenos y permisos para proceder con la obra.
Sater, a quien los medios estadounidenses atribuyen una vieja relación empresarial con Trump, fue condenado a prisión en 1990 por fraude y ocho años después fue acusado de conspirar con la mafia para blanquear dinero y defraudar a unos inversores.
En declaraciones al diario The New York Times, Trump se mostró sorprendido de que Sater hubiera sido condenado por fraude.
«Para que conste, tengo cero inversiones en Rusia», insistió también Trump, en julio de 2016, cuatro meses antes de las elecciones, debido a la polémica sobre sus vínculos con Moscú.
El Congreso y un fiscal nombrado especialmente para esta tarea investigan las presuntas maniobras de Moscú para intentar influir en las elecciones estadounidenses de 2016 y si la campaña electoral del republicano Trump estuvo confabulada con el Kremlin para perjudicar a su rival demócrata, Hillary Clinton.
Estas investigaciones suponen una losa para la presidencia de Trump, según ha reconocido el mismo gobernante, que ha intentado por todos los medios ponerle fin, sin lograrlo.
Para ello, en mayo pasado Trump destituyó como director del FBI a James Comey, quien investigaba dichos vínculos, una decisión que desató una tormenta política en Washington y que llevó al nombramiento por parte del Departamento de Justicia de Robert Muller como «fiscal especial» para supervisar esas investigaciones.
Según los medios estadounidenses, la investigación de Muller se ha ampliado de la actuación de Moscú en la campaña electoral y el pirateo de cuentas de los partidos demócrata y republicano, a las finanzas personales y los negocios privados de Trump. EFE.