El impacto de la crisis del coronavirus sobre la economía provocó que China registrase en el primer trimestre su primera bajada del PIB en más de cuatro décadas, del 6,8 %, aunque los analistas ven en algunos datos de marzo el inicio de una recuperación que, no obstante, será más lenta que la caída.
El desplome acabó siendo algo más acusado de lo esperado por los analistas, que apostaban por una bajada de en torno al 6 %. De cualquier manera, parecía claro que iba a registrarse el peor desempeño del producto interior bruto desde que comenzó la serie histórica, en 1992, y también de las estimaciones de los años anteriores, en los que se usaban estándares soviéticos de medición económica.
En esta bajada, la peor desde 1976, el sector más afectado fue el secundario, que cayó un 9,6 %, seguido del terciario (-5,2 %) y del primario (-3,2 %).
En términos nominales, el PIB chino se situó en 20,65 billones de yuanes (2,92 billones de dólares, 2,69 billones de euros) hasta marzo, un 3,2 % interanual inferior.
Y, con respecto al último trimestre de 2019, se calcula que la caída en términos ajustados fue de en torno al 10 %, mientras que en términos anualizados -medición empleada para estimar el ritmo de expansión económico- fue del 34 %.
Ese cálculo corresponde a la consultora Capital Economics, que, además, cree que la contracción de la economía china hasta marzo fue «más profunda de lo que los funcionarios reconocen»: «Hay razones para pensar que la ONE no está reconociendo totalmente la dimensión de la caída».
DESPLOME GENERALIZADO
La Oficina Nacional de Estadística (ONE) también hizo públicos otros indicadores hoy, que siguen, sin excepción, la tendencia a la contracción que ha experimentado la economía china en los primeros tres meses del año.
La producción industrial cayó un 8,4 % interanual en el trimestre, con el sector manufacturero llevándose la peor parte (-10,2 %) y más impacto para las empresas privadas que para las estatales.
Peor aún fue la caída de las ventas al por menor, pilar del consumo -sobre el que Pekín quiere cimentar el nuevo modelo económico chino y que será clave en la recuperación poscoronavirus-, del 19 %. Como era de esperar, los productos que mejor resistieron fueron los alimentarios y farmacéuticos.
En estos datos de ventas también destaca el papel del comercio electrónico, que ‘solo’ cayó un 0,8 % interanual y que, de hecho, atrajo casi un 40 % más de inversión en este período en el que cientos de millones de chinos prácticamente no salieron de sus casas.
No obstante, la inversión general en activos fijos se desplomó un 16,1 % interanual.
EVITAR LA RECESIÓN
El objetivo de Pekín es ahora evitar entrar en recesión, lo que obliga a la economía china a registrar un crecimiento interanual positivo en el segundo trimestre del año.
Y todo parece indicar que podría conseguirlo: pese a los desplomes de los indicadores en el trimestre, en el mes de marzo se registraron contracciones mucho más leves en producción industrial y de servicios o inversión en activos fijos, aunque las ventas al por menor no se recuperaron tanto y en marzo todavía registraban una caída interanual del 15,8 %.
Entretanto deberá vigilar también el impacto de la crisis sobre los trabajadores: en el primer trimestre la renta per cápita disponible cayó un 3,9 % en términos ajustados y el desempleo urbano llegó a superar el 6 % en febrero, mientras que en todo 2019 había oscilado entre el 5 y el 5,3 %.
Todavía no hay objetivos oficiales de crecimiento para el año debido a que la reunión anual del Legislativo, en la que se fijan, fue pospuesta y no se celebró en marzo tal y como estaba originalmente previsto. El Fondo Monetario Internacional (FMI) situó recientemente su previsión para 2020 en un avance del 1,2 %, mientras que antes de la pandemia lo hacía en un 6 %.
Sin embargo, y pese a que la ONE habla de la «dura prueba» que ha supuesto el brote de la COVID-19, las autoridades celebran la «aceleración de la reanudación del trabajo y la producción» y afirman que durante todo este tiempo «el sustento básico de la gente estuvo bien garantizado» y hablan de «estabilidad general» social y económica.
También llama la atención que en el informe estadístico se mantengan algunos objetivos que se había marcado Pekín para este año como erradicar la pobreza extrema o «construir una sociedad moderadamente próspera en todos los sentidos», aunque no hay mención alguna al de duplicar en 2020 el PIB de 2010, si bien este último lo había establecido el anterior líder del país, Hu Jintao.
¿UNA RECUPERACIÓN «POCO IMPRESIONANTE»?
Pekín reconoce que la recuperación no solo depende de su buen hacer, y que la propagación mundial de la pandemia generará una inestabilidad económica global a la que China no puede hacer oídos sordos.
Para Capital Economics, todo indica que «lo peor ya ha pasado» para la economía china, aunque advierte de que la recuperación será «poco impresionante»: «Tras un repunte inicial después de que se relajasen las medidas de contención (de la enfermedad), la recuperación de la actividad se ha desacelerado hasta ir a paso de tortuga».
Y es que, si el coronavirus daña las principales economías mundiales y en esos países los confinamientos generalizados provocan un desplome de la demanda, las exportaciones chinas sufrirán. Esta semana ya se divulgó que las ventas al exterior habían caído un 11,4 % interanual en el primer trimestre, aunque en los últimos años Pekín ha ido reduciendo su dependencia de las exportaciones.
A la posible crisis de la demanda externa, advierten desde la firma de análisis Oxford Economics, se suma la del consumo nacional, afectado por factores ya citados como el aumento del desempleo y la reducción de los ingresos, así como por el miedo a un rebrote del virus.
Según sus pronósticos, que no prevén una expansión de en torno al 4 % hasta la segunda mitad del año, Pekín aceptará una tasa baja de crecimiento para este año ante la perspectiva de un fuerte rebote en 2021.
EFE