Madrid, 12 ene (EFE).- Después de casi 30 años, la actriz Juana Acosta se siente con fuerza para hablar del drama que sacudió su vida y cambió su futuro con una obra catártica, «El perdón», con la que universaliza su drama personal. «Es un acto de amor hacia mi padre y las víctimas de la violencia».
«Hay un camino hacia la vida y la luz y esa fue mi elección», explica a Efe Juana Acosta (Cali, Colombia, 1976), con una voz dinámica y cantarina al desvelar que su vida cambió cuando, a punto de salir para su clase de baile, supo que a su padre lo habían asesinado. Un momento clave que ha puesto en su lugar tras años de terapia.
Sin ocultar, pero sin revelar su historia, Acosta que «iba para bailarina», consiguió reconocimiento como intérprete primero en su país y luego en España, y ahora se siente preparada para contar a cara descubierta su historia y la tragedia en que sume a la sociedad la violencia.
En «El perdón», la palabra se combina con la danza, una disciplina que estudió de los 3 a los 16 años, cuando la noticia sobre la muerte de su padre bloqueó su deseo de seguir bailando.
Hace año y medio «no sé qué me pasó, pero me levanté con el impulso de poner en pie esta pieza», explica. Convocó al bailarín y coreógrafo Chevi Muraday y al guionista y dramaturgo Juan Carlos Rubio para componer una historia que va más allá de su «drama personal», que tiene que ver con la violencia y cómo cortar su círculo para no perpetuarla.
«La violencia es un drama universal, hay que reflexionar sobre cómo atajarla», añade la actriz colombiana, que con este espectáculo ha encontrado la manera de exorcizar los demonios, aunque aclara que no es una obra sobre el asesinato de su padre.
Advierte de que como colombina le ha tocado vivir acontecimientos dolorosos, pero no únicos. «Todo el mundo transita en su vida acontecimientos duros», dice, y precisa que el espectáculo habla de «resiliencia, de esperanza». «Dentro del dolor -añade- hay un camino hacia la vida y la luz, esa fue mi elección».
El texto se ha construido a partir de sus vivencias personales y de las de su familia, pero también se incluyen poemas de autoras colombianas para que el público pueda ir más allá de su imagen y su historia.
Y con ellos, el baile dibuja su personal diálogo con la historia. «Me he dado cuenta de que el cuerpo tiene memoria y en el mío sigue alojada la técnica que aprendí de niña», momento en el que dedicó años al ballet y a la danza contemporánea. «Tantos años de trabajo hicieron que me convirtiera en una mujer disciplinada».
La actriz asegura que el espectáculo representa un salto cualitativo en su vida «como artista, como madre y como mujer», algo que no pensó que fuera a suceder.
«Lo más hermoso que me está pasando es que descubro que estoy sobrepasando los límites que me había puesto, los físicos y artísticos», reflexiona.
«El perdón» es la primera obra con la que se sube a un escenario en España, una manera de saldar su cuenta pendiente con el teatro, con una función muy personal que le ha generado todo tipo de sensaciones: pudor, vértigo, miedo. «Pero a la vez la satisfacción inmensa de hacerle un homenaje a mi padre y a tantas víctimas de la violencia. Es una acto de amor».
Chevi Muraday, que en España fue Premio Nacional de Danza en 2006, ha puesto movimiento a la palabra, dos herramientas, teatro y danza, en las que lleva años encontrando puntos en común, que pone al servicio de una «historia conmovedora y valiente».
Con esos mimbres, Muraday y Rubio han creado composiciones «poéticas de gran belleza», ya que, «a pesar de que el espectáculo nace de la oscuridad, tiene mucha luz».
El coreógrafo asegura que el movimiento es un impulso natural que tiene un valor «terapéutico, es sanador, necesario y transformador», de ahí que conjugarlo en este espectáculo resulte tan apropiado.
La obra, que se estrena este miércoles en el Teatro Bellas Artes de Madrid, inicia gira en febrero, momento en el Acosta podrá compaginar semanas de rodajes en Colombia y Miami, entre ellas el de la segunda temporada de la serie «Llegaron de noche» o el estreno de la película «Lobo feroz».
Considerada como una de las actrices mejor vestidas sobre la alfombra roja, Juana Acosta asegura entre risas que vive la experiencia como un juego: «No la sufro, intento pasarlo bien para que no ejerza ninguna presión», asegura a pocas semanas de que se celebre la gala de los Premios Goya.
Por Inmaculada Tapia