Laura Fernández Palomo

Túnez, 7 feb (EFE).- Las devastadoras inundaciones de septiembre en Libia o la actual sequía en Cataluña (España) reflejan para el secretario general del Instituto Mediterráneo del Agua (IME), Marc García, que el cambio climático "nos ha alcanzado" pero la "digitalización de las redes de abastecimiento" y la "sobriedad hídrica" nos pueden ayudar a mitigar sus efectos.

"Las redes de abastecimiento en el Mediterráneo son muy antiguas, con grandes porcentajes de pérdidas de agua, tenemos que detectar dónde se producen y eso pasa por la digitalización con sensores de presiones, caudales y volúmenes para saber dónde actuar", expone García, en entrevista con EFE, uno de los pilares que aborda estos días en Túnez el Foro Mediterráneo del Agua para gestionar las sequías.

Realista "sin alarmismos", este comisario de la Confederación Hidrográfica del Jucar, también en alerta por sequía, defiende la necesidad de concienciar a los mayores consumidores, los agricultores (70%): planificación de cultivos, campañas y modernización de regadíos.

"Los países con más riesgo son los que menos infraestructuras tienen. España está avanzada a través de recursos convencionales como las presas o, Marruecos y Túnez, con los no convencionales como la reutilización o desalinización. Nos llamaría la atención saber que países como Francia no tienen presas ni desaladoras porque allí siempre ha llovido y nos están mirando (ahora) a los vecinos ante su sequía", explica García.

Para eso sirve este Foro que organiza la IME junto a la Unión por el Mediterráneo (UPM) donde los actores regionales comparten experiencias y unifican soluciones que presentarán ante el Foro Mundial del Agua, previsto en Bali (Indonesia) el próximo mes de mayo.

Mediterráneo, laboratorio del cambio climático mundial

El Mediterráneo representa "el laboratorio del cambio climático mundial, porque es una de las zonas donde más se está notando. Un cambio en el patrón de las precipitaciones y un aumento de las temperaturas que se traduce en eventos extremos, en cuanto a frecuencia, severidad y durabilidad".

"Vamos a tener cada vez más sequías y más inundaciones y estas serán cada vez más frecuentes y más duras", advierte García: "El futuro nos ha alcanzado".

La sequía se mide desde la precipitación, "hace mucho tiempo que no llueve", pero también desde la escasez, "cuánto tenemos embalsado", y estos indicadores son preocupantes en todo el Mediterráneo como en Túnez que registró en los últimos cinco años un alto déficit de lluvias, hoy con embalses reducidos hasta un 2% de su capacidad.

Donde se pierde la gota de agua

"No basta con crear desaladoras", sentencia este ingeniero, que propone aportar nuevos recursos no convencionales en la "oferta" como aguas reutilizadas, pero sobre todo actuar en la demanda.

La costa mediterránea, prominentemente turística y que supone un alto porcentaje del PIB para la mayoría de estos estados, obliga a repensar la "sostenibilidad" del sector sin "demonizarlo": "hay que intentar que se pueda acomodar a la oferta de agua que existe en cada municipio".

Aspirar a un equilibrio conocido como "sobreidad hídrica": tradicionalmente se ha actuado sobre la oferta, poniendo agua donde faltaba con desaladoras o reutilización, pero "no es suficiente", hay que modernizar las infraestructuras.

"La digitalización del mundo del agua implica tener muchos datos, para saber dónde actuar pero el objetivo no es la digitalización. Si una tubería está perdiendo agua en un punto determinado no se puede quedar como una anécdota, implica grandes inversiones", manifiesta sobre el reto de la financiación.

"Sí que se está actuando, pero el cambio climático es una realidad y las actuaciones tiene que ser comunes", recomienda.

Por: EFE

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