
Resumen: Inspiración y moda: El camino de Jahir Rueda, un ejemplo de resiliencia y éxito en la industria. Su agencia, su impacto y su compromiso social.
En un pequeño apartamento de puerta verde, en el sector de La Playa, en Ciudad Bolívar, Antioquia, vivio Jahir Rueda. Su infancia estuvo marcada por la humildad, las necesidades y el esfuerzo inquebrantable de su madre, quien trabajó sin descanso para sacar adelante a su familia. Desde niño, Jahir alimentó grandes sueños, impulsado por una crianza ejemplar basada en valores y responsabilidad.
Mientras crecía en un barrio donde las oportunidades eran escasas, su pasión por el diseño y la moda ya comenzaba a tomar forma. Observador y curioso, imaginaba prendas, combinaciones de colores y estilos mientras transitaba por las calles de su pueblo. Sabía que para alcanzar sus metas, debía salir de su zona de confort y enfrentar los desafíos del mundo con valentía.
Decidido a perseguir su vocación, Jahir se trasladó a Medellín, la capital de la moda en Colombia. La transición no fue sencilla: enfrentó dificultades económicas, desconocimiento del medio y la incertidumbre del futuro. Sin embargo, su talento innato y su capacidad de trabajo fueron su carta de presentación. En su camino, aparecieron personas como ángeles, dispuestas a impulsarlo y brindarle una oportunidad en la industria.
El gran momento de Jahir llegó con su primer desfile de moda, una plataforma que no solo le permitió mostrar su arte, sino también consolidarse como un diseñador con una visión única. Su estilo innovador y su destreza para transformar telas en obras maestras lo llevaron a crear su propia empresa, marcando el inicio de una carrera en ascenso.
Hoy, Jahir Rueda es un referente en el mundo del diseño y la pasarela, un testimonio vivo de que los sueños, cuando se persiguen con dedicación y esfuerzo, pueden convertirse en realidad. Su historia es un tributo a la resiliencia, la pasión y el poder de creer en sí mismo.
Jahir Rueda: Un sueño tejido con determinación y estilo
En el mundo de la moda, donde la competencia es feroz y el reconocimiento tarda en llegar, Jahir Rueda ha logrado esculpir su propio camino con perseverancia, intuición y una pasión inquebrantable. Nacido un 22 de junio, su historia es la de un soñador que nunca dejó de creer en sí mismo, incluso cuando los pronósticos eran desalentadores.
Desde niño, Jahir imaginaba un universo de pasarelas y diseños. Su fascinación por la moda lo llevó a formarse en la prestigiosa escuela Arturo Tejada Cano y, posteriormente, en el Instituto Marangoni de Londres, dos de los epicentros de la industria. Sin embargo, el camino hacia el éxito no fue sencillo. Cuando decidió fundar su agencia, WE ARE, muchos le auguraron el fracaso: «Nadie te conoce, no te va a ir bien», le dijeron algunos. Otros le sugirieron que se dedicara exclusivamente al diseño en lugar de intentar competir con agencias ya establecidas. Pero Jahir, terco en su convicción y guiado por su intuición, se aferró a su sueño.
Hoy, once años después, WE ARE es un nombre reconocido en la industria. Su agencia no solo cree en quienes ya han logrado hacerse un espacio en la moda, sino también en aquellos talentos emergentes que buscan su primera oportunidad. El esfuerzo y la dedicación de Jahir han sido reconocido por el Fashion Group Colombia, que lo incluyó entre los 30 líderes que están transformando la industria de la moda en Antioquia y el país.
Más allá de los reflectores y las telas de alta costura, Jahir ha demostrado un compromiso con la comunidad. Cada año, junto a un grupo de amigos, lleva detalles y compañía a los abuelitos del asilo de Ciudad Bolívar, un gesto que refleja su sensibilidad y gratitud.
Uno de los momentos más significativos de su trayectoria fue la realización de un desfile en el Museo de Antioquia, un sueño que había esperado 21 años para concretar. Además, ha sido director de pasarela de eventos icónicos como el desfile de Lili para la marca Vélez, y ha participado en escenarios de renombre como Colombiamoda y Expomoda.
A pesar de su éxito, Jahir sigue siendo el mismo niño de Ciudad Bolívar que convertía a sus amigas en modelos para desfiles improvisados en el colegio, buscando sentir el eco de los aplausos. «Mientras viva, le pido al creador que no me deje de hacer sentir las emociones que experimento cuando se acerca un desfile», dice con la misma pasión de siempre. Su historia es una prueba de que la moda no solo se trata de tendencias, sino también de sueños, esfuerzo y la capacidad de mantenerse firme en lo que se cree.
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