En un increíble suceso, un estudiante de 19 años permaneció durante dos meses muerto en su cuarto, en la universidad de Canterbury, en Christchurch, Nueva Zelanda, y aunque llevaba todo ese tiempo sin asistir a sus clases, solo se notó su ausencia por el fétido olor que empezó a emitir el descompuesto cuerpo.
Según se pudo conocer, el mal olor fue lo que alertó a la comunidad, que tuvieron que llamar a investigadores especialistas en catástrofes naturales, pues el cuerpo ya tenía una descomposición muy avanzada.
«Está claro que hubo una grave deficiencia», aseguró el ministro de Educación neozelandés, Chris Hipkins. «Si esto significa que las cosas deben cambiar para que estemos seguros de que no volverá a suceder, entonces cambiarán», añadió sobre este curioso hecho.
Un amigo de la víctima confesó que él era una buena persona, pero que a veces se perdía de sus compañeros hasta por una semana. La causa de la muerte aún es materia de investigación.