La ciudad de Barranquilla, en el caribe colombiano, estalló hoy en alegría con la «Gran Parada de Tradición» que elevó el carnaval de esta localidad hasta su punto álgido entre decenas de comparsas que desfilan al ritmo de la música tradicional.
A este desfile, considerado el más autóctono del carnaval, solo tienen acceso los grupos tradicionales que dieron origen al festejo, los que a través de los años han mantenido casi intactas su raíces con un completo derroche de música, danza y «gozadera», como dicen los anfitriones.
El denominado «Cumbiódromo» de la Vía Cuarenta, por el que transitan todos los desfiles, estuvo atestado de grupos folclóricos, «cumbiambas» (colectivos que desfilan al ritmo de cumbias), agrupaciones musicales y disfraces típicos de origen ancestral.
Todo ello para reunir en una sola fiesta a diversas agrupaciones folclóricas integradas por adultos, jóvenes y niños que representan la transmisión generacional del legado carnavalesco cuyo origen se remonta a las raíces españolas.
La tradición desfila de la mano de estos niños que hoy integraron 24 agrupaciones y que entregarán el testigo a las siguientes generaciones.
A su lado estaban los tradicionales congos, parejas de hombres danzantes, ataviados con prendas brillantes que son adornadas con lentejuelas, canutillos y otros vistosos elementos.
Estos grupos desfilan bailando al son de una danza típica del carnaval acompañados por un grupo de mujeres y músicos.
Los hombres que integran estos grupos van ataviados con un turbante coronado con una trenza y flores artificiales.
Para completar su imagen, se pintan la cara de blanco con círculos rojos en las mejillas, una imagen dantesca que se completa con unas notables gafas de sol.
Los congos conviven en el «Cumbiódromo» con los garabatos, otra de las tradiciones carnavalescas de Barranquilla que simboliza el choque entre la vida y la muerte.
Entre danzas y música la muerte intenta imponerse en el «Cumbiódromo» pero es ritualmente derrotada por la vida para mayor jolgorio del público asistente.
La Parca está representada por personas disfrazadas con una malla negra con un esqueleto serigrafiado sobre la tela. Los responsables de encarnar a la muerte también se maquillan la cara como una calavera y portan una guadaña larga, evocando la iconografía tradicional.
Para completar la escenografía carnavalesca, la Gran Parada cuenta con «El Son de Negro» del municipio de Santa Lucía, un grupo integrado por danzantes que se cubren el cuerpo con pintura negra y llevan un sombrero de paja adornado con papeles multicolores.
Los afortunados que desfilan a este son, bailan y se burlan de la gente con gestos exagerados que sus bocas pintadas de rojo y expresiones corporales convierten en paródicos.
También fueron protagonistas de este colorido desfile la reina del carnaval, la publicista de 23 años Cristina Felfle, y el Rey Momo, que transitaron a lomos de carros antiguos llegados de diferentes ciudades del país.
El Rey Momo es icono de la fiesta y este año celebra veinte años como uno de los principales personajes del carnaval de Barranquilla con el objetivo de acompañar siempre a la reina.
El Carnaval de Barranquilla fue declarado Patrimonio Cultural e Inmaterial de la Humanidad por la Unesco en 2003 y continúa este lunes con la «Gran Parada de Comparsas» y el «Festival de Orquestas».
El gran final se vivirá el próximo martes con el entierro simbólico de «Joselito Carnaval». Barranquilla (Colombia), 15 feb (EFE)