Esta es la historia de Courtney Whithorn, una universitaria australiana de 20 años de edad, quien durante años se mordió los dedos y las uñas hasta que su pulgar de la mano derecha se puso negro en 2014.
En vez de acudir al médico, la rubia escondió durante cuatro años lo que ocurría con su dedo hasta que se decidió por ir a conocer el diagnóstico del doctor.
En julio de 2018, el especialista le diagnosticó melanoma subungueal lentiginoso acral, un cáncer de piel poco común.
El tipo de este melanoma surge en las palmas de las manos, en las de los pies y alrededor de la uña del dedo gordo.
Sucede que células malignas comienzan a desarrollarse a lo largo de la capa basal de la piel, este crecimiento puede formar un nódulo bajo la uña y levantarla.
A pesar de que no suele ser doloroso, si el tumor es avanzado podría llegar hasta los huesos.
A pesar de que no está relacionado a la exposición, sus causas se desconocen. Los factores de riesgo son los traumatismos en las uñas.
A causa de lo avanzado que tenía el cáncer, a la chica debieron amputarle el dedo.
“Mi mano estaba constantemente en un puño porque no quería que nadie la viera, ni siquiera mis padres. Me asusté un poco cuando mi piel comenzó a ponerse negra, así que se los mostré por primera vez este año”, dijo la paciente al Daily Mail.
Sin embargo, el problema aún no termina pues la falta de información sobre este tipo de cáncer hace que sea difícil establecer la recurrencia.
“No hay suficiente investigación para decir cuál es la tasa de supervivencia del cáncer o la probabilidad de que regrese porque simplemente no sabemos mucho al respecto. Solo lloro cada vez que es mencionado”, explicó al medio citado.
“La ubicación del cáncer en mi pulgar es desconocida, así que si todavía aparece, tendrán que seguir cortando hasta que obtengamos un resultado claro”, agregó.