La pandemia del coronavirus ha puesto al mundo «patas arriba» con la pérdida de más de un millón de vidas y un impacto económico tan profundo en los países de bajos ingresos que «nos enfrentamos al riesgo de una ‘generación perdida».
Esa es la radiografía de la coyuntura mundial actual que la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), la búlgara Kristalina Georgieva, presentó este martes ante la London School of Economics, su alma mater, en el 125 aniversario de su fundación.
Georgieva aseguró que la actual situación requiere construir un mundo «más inclusivo y más resistente», y que ese será el enfoque que los 189 países miembros del FMI tendrán la próxima semana cuando se reúnan virtualmente en la Asamblea conjunta con el Banco Mundial.
«La economía mundial está regresando de las profundidades de la crisis, pero esto está lejos de terminar», advirtió Georgieva, que dijo que ahora comienza un «largo ascenso» que será «difícil, prolongado, desigual e incierto, y propenso a contratiempos».
Se refirió a la mayor vulnerabilidad de los países debido al fuerte aumento de sus niveles de deuda para dar una respuesta fiscal a la crisis, y a las fuertes pérdidas de producción e ingresos.
«Estimamos que la deuda pública mundial alcanzará un récord de alrededor del 100 por ciento del PIB en 2020», indico.
Georgieva explicó que debido a la pandemia, el 85 por ciento de la economía mundial se detuvo durante varias semanas, lo que provocó una caída sin precedentes, y «aunque el panorama ya es menos terrible», la recuperación que se proyecta para 2021 es desigual.
Los Gobiernos han proporcionado unos 12 billones de dólares en apoyo fiscal a hogares y empresas, y se ha mantenido el flujo de crédito gracias a medidas monetarias sin precedentes, pero el apoyo ha sido muy desigual entre los países avanzados y los demás.
«Para muchas economías avanzadas, incluidos Estados Unidos y la zona euro, la recesión sigue siendo extremadamente dolorosa, pero menos grave de lo esperado; China está experimentando una recuperación más rápida de lo esperado, pero otros todavía sufren mucho y algunas de nuestras revisiones son negativas», aseguró.
Dijo que, donde persiste la pandemia, es fundamental mantener el apoyo a la economía, a las empresas y los trabajadores, con aplazamientos de impuestos, garantías de crédito, transferencias de efectivo y subsidios salariales.
Mencionó la situación precaria que siguen afrontando los mercados emergentes y los estados de bajos ingresos, que tienen sistemas de salud más débiles, están muy expuestos a los sectores más afectados, como el turismo y la exportación de materias primas, y «dependen en gran medida del financiamiento externo».
«La crisis -agregó-, ha ahondado la desigualdad debido a su impacto desproporcionado en los trabajadores poco cualificados, las mujeres y los jóvenes», con lo que se corre el riesgo de que haya «ganadores y perdedores» por la crisis.
Aseguró que «ni un solo país del África subsahariana ha emitido deuda externa desde marzo» y dijo que la pérdida de puestos de trabajo, las quiebras y la interrupción de la educación puede dejar cicatrices duraderas en todo el mundo.
Consideró fundamental para afianzar la recuperación mantener una «política fiscal flexible» y dijo que si la crisis ha desencadenado profundas transformaciones estructurales, en la transición los Gobiernos deben reasignar capital y trabajo, con estímulos para la creación de empleo.
«Salvaguardar el gasto social será fundamental para una transición justa a nuevos empleos», dijo.
Propuso priorizar la inversión en tratamiento, pruebas y rastreo de contagios y la cooperación internacional para, llegado el caso, fabricar y distribuir las vacunas, especialmente en los países más pobres.
«Solo derrotando al virus en todas partes podremos asegurar una recuperación económica completa en cualquier lugar», dijo.