En muchos lugares del planeta las mujeres son las máximas responsables del cuidado del hogar, de proveer alimento o garantizar la higiene, lo que las hace más vulnerables a los efectos que la crisis climática tiene sobre la agricultura, el agua, la energía y la salud.
«El cambio climático exacerba toda vulnerabilidad conocida y la mujer está en una situación de mayor riesgo», aseguró durante una entrevista la ex primera ministra de Nueva Zelanda, Helen Clarck, quien fue la primera mujer electa para ejercer este cargo en 1999.
La crisis climática provoca, por ejemplo, que las mujeres y niñas tengan que recorrer mayores distancias para conseguir agua y comida, lo que las impide seguir yendo al colegio, o, en casos extremos, las obliga a abandonar sus territorios en busca de un lugar más seguro.
AGRICULTURA
Según la ONU, la agricultura es una de las actividades más afectadas por la crisis climática y dado que las mujeres son las encargadas de conseguir los alimentos para el hogar, «sus medios de subsistencia están en riesgo, pues las fuentes tradicionales de alimento son cada vez menos confiables».
En África subsahariana, por ejemplo, las mujeres, que suponen el 75 % de la mano de obra aunque apenas poseen el 1 % de la tierra, ven mermadas sus cosechas porque «no tienen acceso a las mismas mejoras tecnológicas para las granjas ni pueden comprar semillas resistentes a las sequías», denunció Clarck.
AGUA
La falta de agua, además de dificultar la labor agricultora, puede acarrear otras consecuencias, entre ellas, según ha detectado ONU Mujeres, el aumento de la violencia contra las mujeres, la mortalidad materna, el matrimonio infantil, infecciones, hambre, malnutrición, usurpación ilegal de tierras o pobreza.
En un estudio que esta organización ha hecho en veinticinco países, se pone de manifiesto que, en conjunto, las mujeres pasan cada día 16 millones de horas yendo a buscar agua, mientras que los hombres invierten solo 6 millones en la misma tarea.
«A medida que el agua se vuelve más escasa y el acceso se convierte en un problema vemos que las mujeres tienen que pasar más tiempo recogiéndola, porque es necesaria para sus bebés, para lavarse o para cocinar», explicó a Efeminista la directora de Igualdad de Género en la UNESCO, Saniye Gülser Corat.
Esto también limita sus oportunidades para ir a la escuela puesto que, como aseguró Gülser Corat, «la mayoría de las veces el suministro de agua depende de las más jóvenes».
ENERGIA
ONU Mujeres señala que en gran parte de los países en desarrollo las mujeres son las principales proveedoras y administradoras de la energía en el hogar. En consecuencia, el tiempo y el esfuerzo físico que invierten en ello las excluye de la educación y de la generación de ingresos propios.
Además, como las tareas de la casa recaen en ellas, pasan muchas horas cocinando mientras inhalan humos con contaminantes provenientes de combustibles sólidos hechos de leña, carbón, restos de cosechas y estiércol.
Un dato alarmante si se tiene en cuenta que «un fogón humeante en una cocina equivale a la combustión de 400 cigarrillos por hora», según sostiene el Profesor de Salud Medioambiental Global en la Universidad de California Berkeley, Dr. Kirk Smith, en un artículo de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
SALUD
Todos estos factores impactan de manera directa e indirecta en la salud de las mujeres y son ellas las que tienen mayor probabilidad de morir en sociedades que son más desiguales, explicó a Efeminista la experta en género, desarrollo sostenible y medio ambiente del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Andrea Quesada.
En situaciones de desastre, la mortalidad de las mujeres puede llegar a ser de 14 a 1, en comparación con los hombres, ejemplificó Quesada.
Además, según la OMS, las mujeres tienen menos acceso a la atención sanitaria y generalmente son las encargadas de cuidar a las personas enfermas, lo que las hace más propensas a contagiarse de enfermedades.
DESPLAZAMIENTOS
La variación global del clima de la tierra provoca el desplazamiento de personas, y las mujeres son el 80 % de estos «refugiados climáticos», según alerta Naciones Unidas.
Sumado a la escasez de recursos, las migraciones forzadas desencadenan el aumento de la violencia hacia las mujeres, según un estudio presentado este noviembre por la Fundación Ecología y Desarrollo (ECODES) bajo el título «Perspectiva de género en las migraciones climáticas».
En dicho documento, se pone como ejemplo a las mujeres que atraviesan la frontera entre México y Estados Unidos, cuyo peligro de ser violadas es tan alto que los traficantes las obligan a ponerse una inyección anticonceptiva antes del viaje.
Sin embargo, pese a que las mujeres son las más vulnerables frente a los efectos de la crisis climática, están poco representadas en los órganos en los que se discuten las soluciones al problema.
Solo en la última Conferencia sobre Cambio Climático, la COP24 de 2018, 44 de los 196 (22%) líderes de delegaciones fueron mujeres.
«Necesitamos más mujeres en las negociaciones, más mujeres jefas de delegaciones y más hombres transformadores. La solución a problemas complejos requiere la mayor diversidad posible», enfatizó la experta en género y medio ambiente del PNUD.
En ese sentido, Quesada aseguró que la ONU está trabajando para que más mujeres formen parte de los equipos que toman las decisiones climáticas y que este año el enfoque de género tendrá un gran protagonismo durante la COP25 de Madrid, hasta el punto de dedicar la jornada de hoy a la «Equidad y Género».
Cristina Bazán y Laura de Grado