No hay que ser un experto en el análisis político para concluir que tenemos un país inviable para las transformaciones cercanas y no lo digo con pesimismo, sino con la idea de generar precisamente el efecto contrario.

Carlos Andrés Cardona

Carlos Andrés Cardona

La renovación en el Congreso se dio en un porcentaje bajo, lo que indica que las prácticas del tradicionalismo imperan y la lógica: “es mejor malo conocido que bueno por conocer”, propia de una sociedad invadida por las ideas caducas, es lo que brilla por estos días.

El electorado desde la postura conservadora favoreció a sus más grandes subyugadores, en las elecciones del Congreso de 2014 imperó la postura ideológica identificada como de derecha, lo cual, sin lugar a equivocarme, irá en desmedro de los intereses sociales de las mayorías.

Los proyectos alternativos, sociales, reivindicatorios, demócratas y de izquierda, revelan una gran incapacidad para unirse, hablarle al país y presentar un programa consolidado, que cada colectividad defiende desde su parroquia, un infantilismo político que demuestra que pese a los años, no se está preparado para gobernar.

La Unión Patriótica, el Polo Democrático, la Alianza Verde, la Alianza Social Independiente y demás sectores sociales como la Marcha Patriótica y el Congreso de los Pueblos, hoy tendrían un escenario diferente de cara al Congreso donde por separado, cada sector cuenta sus historias al aire, sin eco ni respuesta alguna.

El voto en blanco, como bazuco virtual de unos cuantos famosos cibernautas, fue eso, un breve momento que llegó a una cifra inocua y que lo único que hace es fortalecer las grandes empresas electorales del país.

En este inviable sistema democrático, donde el que más tiene, más curules cuenta, el presidente candidato Santos obtuvo las mayorías del Congreso con el Partido de la Unidad Nacional, Cambio Radical y el Liberal; muy pronto llegarán también las mayorías del conservatismo a sumarse a la untada de mermelada para arrasar en las urnas.

Así entonces, existirán dos oposiciones opuestas (así suene redundante), la mayoritaria de derecha, liderada por el Centro Democrático y la minoritaria de izquierda, liderada por el Polo. Ambas históricamente irreconciliables, pero que en términos de agendas legislativas puedan juntarse con la idea de hacer oposición al gobierno de Santos.

El actual Congreso gozará de debates primarios donde unos y otros se sacarán los trapos al sol y en medio de estos, de cuando en vez, hablaran sobre temas importantes para el país. La agenda se moverá en medio de los temas de la paz y las elecciones locales, lo cual no me extrañará que reencauchen la promesa de ampliar el período de Alcaldes y Concejales para filar la clase política tradicional local como mermelada, como garantía del triunfo de Santos.

No dudo que hay hombres y mujeres demócratas capaces, que han llegado al Congreso con la idea de aportar debates serios y propuestas de ley que beneficiaran a amplios sectores de la comunidad, estas iniciativas probablemente no salgan por los canales nacionales, y que a su vez, las leyes sean hundidas.

Está en las manos de la Nueva Ciudadanía hacer que todos estos aparatos de la democracia funcionen de verdad, para que tengamos un estado social y democrático de derecho, es decir: justicia social, acceso a los bienes básicos para vivir con dignidad y para que los derechos humanos estén en todas las agendas locales o, por el contrario sigamos en esta caída libre donde todos nosotros y las generaciones venideras son las perjudicadas.

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Redacción Minuto30

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