Cristina Cabrejas

Roma, 8 feb (EFE).- El sol se apagó en Viganella, un pequeño pueblo enclavado en los Alpes, en la región italiana de Piamonte. En realidad, lo que se ha roto es un sol artificial, un espejo que reflejaba al astro, colocado para dar luz en los tres meses de invierno en los que la localidad se queda a oscuras por la sombra de las montañas.

Sus cerca de 300 habitantes celebraron aún con más alegría la tradicional fiesta de la Candelaria, el 4 de febrero, cuando el sol vuelve a aparecer en el Valle d'Ossola, después de los 83 días en los que no han podido contar con el sol artificial creado por el golpe de ingenio de Pier Franco Midali, alcalde del pueblo entre los años 1990 y 2000.

En 1999, Midali tuvo la idea de colocar un espejo en la montaña para recrear el sol entre el 11 de noviembre y el 2 de febrero, cuando el pueblo se queda sin luz, y fueron necesarios siete años para hacer realidad aquella idea que a muchos les pareció una locura o demasiado ambiciosa.

Nadie en Italia había construido nunca un espejo de este tipo y Midali dedicó algún tiempo a buscar un técnico dispuesto a embarcarse en la empresa. Finalmente encontró al ingeniero Emilio Barlocco, que ya había diseñado un software para el movimiento de espejos sincronizados con el sol para iluminar la entrada a los túneles de la autopista Turín-Savona.

El espejo pesa 11 toneladas y una superficie de reflexión de 40 metros cuadrados y se instaló sobre la ladera de una de las montañas que rodean Viganella.

Mediante un sistema informático, el mecanismo gira diariamente, de manera que refleje la luz del sol con una intensidad del 70 por ciento sobre la plaza de Viganella, sacando así a la localidad alpina de la penumbra.

Midali explica a EFE que el espejo ha dejado de funcionar y la versión del Ayuntamiento "es que hubo una descarga atmosférica y probablemente un rayo debió quemar y alterar algunos componentes electrónicos que ahora deberían ser reemplazados", pero por el momento no se ha hecho.

"El sol artificial de Viganella no funcionó y es una pena", dice el exlacalde, al indicar que el espejo no sólo es "es útil durante el período invernal, porque lleva el sol a la plaza de la Iglesia, sino también durante el verano para los turistas porque es posible controlarlo desde la plaza del pueblo con el ordenador e incluso es posible encenderlo".

"Los turistas se van satisfechos porque ven el fenómeno antinatural de tener dos soles en el cielo que es un hecho muy extraño, además hermoso, así que es un atractivo turístico y de promoción de la zona. Es por eso que debemos asegurarnos de solucionarlo de inmediato, lo antes posible".

Midani asegura que su revolucionaria idea ayuda, sobre todo, ayuda a los más veteranos del pueblo, "porque es lógico que alguien que puede moverse se dé un paseo por el bosque o con el coche llegue a lugares donde hay sol, pero las personas mayores que no se mueven en todo el invierno, tienen la oportunidad de verlo".

"Aunque no sea un sol que calienta, psicológicamente es una ventaja para el estado de ánimo ver el sol incluso durante el período invernal", asegura.

Fue una niña de Huelva, en España, Alba Fontenla Martín, alumna del Colegio Público Rural Adersa II, de Cortelazor, la encargada de pulsar el botón que encendió el espejo gigante, ya que la ciudad andaluza está hermanada con Viganella y participó en el acto.

Fue noticia en todos los medios del mundo e incluso llegó al pueblo una delegación de la ciudad noruega de Rjukan para copiar la idea y finalmente instaló tres y, con el sol apagado, los vecinos temen que todos se olviden de Viganella.

Por: EFE

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