Durante décadas, las mujeres africanas no pudieron mostrar su cabello natural porque el colonialismo se encargó de criminalizarlo. Ahora, medio siglo después de la emancipación de sus países, vuelven a reivindicar su pelo natural como una parte importante de su identidad africana y política.
Mientras que Bob Marley consiguió en los años 80 que las rastas y el pelo afro se convirtieran en un símbolo internacional de orgullo negro, en la actualidad son las mujeres africanas las que lideran este retorno a los orígenes para revelarse contra el canon de belleza impuesto por Occidente.
El pelo no es un tema apolítico para los africanos. Desde muy jóvenes han escuchado numerosos descalificativos para referirse a su cabello rizado, e incluso aquellos que se han atrevido a llevar su pelo natural han sido tachados de «radicales» o «hippies».
Por eso, desde pequeñas, las africanas utilizan fuertes productos químicos -que destrozan el cabello- para intentar alisar sus rizos rebeldes, esos que crecen de forma casi indomable hacia arriba al etilo afro.
Si eso no funciona, se lo trenzan -un método realmente doloroso, según confiesan- o recurren a las pelucas o extensiones. La mentalidad imperante es que la mujer negra siempre superará la prueba de la belleza si se pone pelo falso.
Pero ahora, el movimiento «#hairnatural» (pelo natural) reivindica por todo el continente la vuelta a sus raíces como una manera de enfrentarse a los estereotipos heredados del colonialismo, que persiguió cualquier seña que reivindicara la cultura africana.
«La sociedad nos ha dicho durante mucho tiempo que el pelo rizado no era bueno. Si llevas el pelo natural, parece que no seas guapa y que seas pobre. Ahora eso está cambiando», señala a Efe la periodista Rose Gacheri, que hace un año creó un grupo en Facebook para animar a las mujeres a dejar que su pelo creciera con libertad.
«Nadie debe decirte cómo tienes que llevar tu pelo. Tu única preocupación debe ser si tu cabello es saludable o no», anima la joven keniana desde esta plataforma.
Internet se ha convertido así en un punto de encuentro para las mujeres que defienden su propio cabello, como parte de su orgullo africano o por una simple cuestión de salud capilar.
«Desde hace unos meses, el pelo natural se ve más elegante, está ahora de moda. Ahora tenemos un 50 % de clientas que viene a ponerse extensiones y otro 50 % que prefiere su pelo natural. Esto no pasaba hace unos años», asegura a Efe Caroline Achieng, que regenta un salón de belleza desde hace catorce años en Nairobi.
La industria de la belleza, y en concreto la de las pelucas y las extensiones de cabello humano y sintético, es muy potente en países como Kenia. Vendedores y fabricantes han fomentado este deseo insaciable entre el mundo femenino para consolidar este gran negocio.
«Normalmente prefieren llevar extensiones porque es más fácil, porque el pelo natural es muy rizado y mucha gente no tiene tiempo para levantarse por la mañana y peinarse. Con las extensiones es más fácil», explica Achieng.
Así lo corrobora Asya, una de sus clientas: «Con las extensiones es mucho más fácil cuidar mi cabello».
Tal es la popularidad del pelo falso en el continente africano que, además de poderse comprar en tiendas especializadas, también cuelgan de los estantes de la mayoría de los supermercados de ciudades como Nairobi.
Según explica Achieng, la mayoría del pelo natural que utilizan en las peluquerías africanas procede de Asia, aunque también de países sudamericanos como Perú o Brasil.
«El pelo natural asiático es de muy buena calidad, aunque es caro. Las extensiones pueden alcanzar hasta los 60 euros», añade.
Por eso, más allá de su connotación política, muchas africanas también están optando por lucir su cabello natural porque les resulta más cómodo y, sobre todo, más barato.
Muchas celebridades africanas también están apostando por su pelo natural, como es el caso de la actriz keniana Lupita Nyong’o, que se alzó este año con un Óscar por su papel en «12 años de esclavitud».
Con su «look» natural y africano, Nyong’o ha conseguido superar el canon de belleza occidental al convertirse en la persona «más bella» del mundo de este año, según la revista estadounidense «People». EFE | Jèssica Martorell