El papa Francisco pidió hoy a los fieles no dejarse contagiar por la indiferencia y servir a los más necesitados, sobre todo ante la llegada de la Navidad, en una misa celebrada con sintecho por la IV Jornada Mundial de los Pobres.
«En estos tiempos de incertidumbre y fragilidad no desperdiciemos nuestras vidas pensando sólo en nosotros mismos (…) San Pablo nos invita a enfrentar la realidad, a no dejarnos contagiar por la indiferencia», refirió en su homilía en la basílica vaticana.
Francisco, quien precisamente adoptó su nombre papal en honor al santo de Asís de los pobres, señaló que los últimos, quienes menos tienen, «están en el centro del Evangelio».
«El Evangelio no se entiende sin los pobres, ellos están en la misma personalidad de Jesús, que siendo rico se redujo a sí mismo, se hizo pobre, se hizo pecado, la pobreza más despreciable», dijo.
Para el papa el «servicio» a los demás es un modo de aprovechar la riqueza o los bienes personales pues, a su parecer, «no sirve para vivir el que no vive para servir», sostuvo.
Y por esa razón los fieles «buenos» son los que arriesgan y «no guardan lo que han recibido» sino que lo emplean porque, subrayó, «el bien si no se invierte, se pierde».
«La grandeza de nuestra vida no depende de cuánto acaparamos sino de cuánto fruto damos. Cuánta gente pasa su vida acumulando, pensando en estar bien en vez de hacer el bien ¡Pero qué vacía es una vida que persigue necesidades, sin mirar a los necesitados!», lamentó.
El pontífice invitó a servir a quienes más lo necesitan habida cuenta de las fiestas navideñas: «Se acerca el tiempo de Navidad y de las fiestas. Muchas veces las personas se preguntan qué pueden comprar. Usemos otra palabra, qué puedo dar a los demás para ser como Jesús», pidió.
En su opinión «es triste» cuando un cristiano se limita solo a seguir las reglas y a respetar los mandamientos y no se lanzan al servicio de los demás.
«Permitidme la imagen pero estos que se cuidan tanto de no arriesgar, empiezan en la vida un proceso de momificación del alma y terminan siendo momias. Esto no es suficiente, la fidelidad a Jesús no se limita simplemente a no equivocarse», zanjó.
Por cuarto año Francisco ha celebrado la Jornada Mundial de los Pobres con una misa en la basílica de San Pedro a la que asistieron, entre otros, un centenar de personas, entre sacerdotes, voluntarios y mendigos asistidos por la red parroquial romana.
Una eucaristía en la que se siguieron los protocolos contra el coronavirus, con pocos fieles y concelebrantes, separados entre sí y provistos de mascarilla, aunque el papa siguió sin ponérsela.
En cualquier caso la pandemia no ha impedido las obras de caridad y también este año se distribuirá comida, mascarillas y otro tipo de ayudas a las familias en apuros económicos de unas sesenta parroquias romanas y asociaciones caritativas.
Asimismo en el ambulatorio instalado en la columnata de la plaza de San Pedro del Vaticano se realizan pruebas de coronavirus gratis y se distribuye la vacuna de la gripe a todos los pobres que duermen en centros de acogida o a que lo necesiten para volver a su país. Ciudad del Vaticano, 15 nov (EFE)