EFE/EPA/IAN LANGSDON

Francia, templo profano de artistas, sede del mayor museo del mundo y escenario de las corrientes artísticas más importantes de los últimos siglos no tiene ya el mismo rostro. El país festeja el triste récord de tener sus museos cerrados desde hace más de 100 días y sin perspectivas de reapertura a corto plazo.

Tras más de cuatro meses cerrados durante el primer semestre de 2020, las restricciones para frenar la segunda ola del virus en octubre llevaron al Gobierno a cerrar en todo el país los establecimientos culturales, que cuatro meses después siguen clausurados para desgracia e indignación de los franceses.

¿REAPERTURA?

«Me sorprende mucho que mi país tome esta medida sin buscar soluciones. Tenía la convicción de que la particularidad francesa era tener una relación única con la cultura y constato que países vecinos han establecido dispositivos para preservar la vida cultural de forma adaptada y nosotros no», lamenta a Efe el parisisno Jérémy Beaumont.

Beaumont, que trabaja en mercadotecnia, no comprende por qué no se ha puesto en marcha una reapertura progresiva, con horarios diferenciados y aforos reducidos, como reclaman precisamente los responsables del sector cultural.

Esta semana, una treintena de dirigentes de museos y monumentos nacionales se reunieron con la ministra de Cultura, Roselyne Bachelot, y el ministro de Sanidad, Olivier Véran, con una serie de propuestas para permitir una reapertura con protocolos reforzados.

Tan solo obtuvieron respuestas vagas y la promesa de que una vez que bajen los contagios serán los primeros en volver a recibir público, pero Bachelot se negó a precisar posibles fechas ante la «inestabilidad de la pandemia».

VISITAS VIRTUALES

En paralelo, el cierre hace una semana de los centros comerciales, que sí habían reabierto en diciembre tras el confinamiento sin más restricciones que el uso de mascarillas, ha acallado al menos algunas de las fuertes críticas que estaba recibiendo el Ejecutivo.

«Cien días sin cines, museos y teatros… pero bueno, espero que hayáis disfrutado bien de las rebajas durante estos cien días que habéis tenido para disfrutar de centros comerciales, mucho más interesantes y que aportan tanto culturalmente», reprobaba en Twitter un usuario.

Pero si el público no va a los museos, los museos van al público.

Es la nueva mentalidad de instituciones como el Louvre, el Museo Rodin o la Fundación Louis Vuitton, pero también de centros regionales como el Muséum de Toulouse o el de la Romanité, en Nîmes, entre otros, que se han lanzado a ofrecer visitas guiadas y narradas, en algunos casos cobrando por el acceso.

Un mundo virtual no a gusto de todo el mundo, incluso de los jóvenes, que creen que las medidas impuestas en Francia, donde se reemplazó el confinamiento por un toque de queda que ahora empieza a las seis de la tarde, se hacen ya demasiado cuesta arriba y se muestran cansados de no poder disfrutar de ninguna actividad presencial.

«Hoy no hay nada divertido en nuestras vidas además del trabajo, y eso el que lo tiene… Esto empieza a ser demasiado largo y está destruyendo psicológica e intelectualmente a las generaciones futuras», lamenta Astrid Mazoué, de 28 años, residente en París pero que volvió a instalarse temporalmente en su ciudad natal, La Roche sur Yon, en el oeste de Francia, durante el segundo confinamiento.

20 MIL CASOS DIARIOS

En Perpiñán (sureste), el alcalde Louis Aliot, del partido ultraderechista Agrupación Nacional, decidió esta semana reabrir unilateralmente cuatro museos municipales, como señal de protesta a la decisión gubernamental de seguir manteniendo el cierre de estas instituciones.

Ante la creciente presión, la ministra de Cultura se comprometió esta semana a garantizar una reapertura «en varios días» cuando las cifras de contagios se estabilicen.

«Estoy en una perspectiva de varios días. Espero a ver una estabilización de las cifras, una caída», dijo Bachelot en France 2, de nuevo sin precisar una fecha exacta.

Pero los nuevos contagios se resisten a caer por debajo de los 20.000 diarios, incluso si en los últimos días la cifra de muertes de cada jornada va bajando. Y con ello, los museos siguen sin ver la luz al final del túnel.

En cambio, las galerías de arte, consideradas comercios a efectos legales, sí pudieron reabrir a mediados de diciembre y están teniendo más visitantes de lo habitual, con un público hambriento de cultura.

SIN CULTURA, BARES NI RESTAURANTES

Un ejemplo es la pequeña galería L’Instant, que cada fin de semana recibe cientos de personas interesadas en una serie de fotografías de 1930 de Frida Kahlo en Nueva York, que se muestran juntas por primera vez, según explicó a Efe la responsable del establecimiento, Julia Gragnon.

Peor que los museos lo tienen las salas de espectáculos y cines, que por la configuración de sus actividades tienen todavía menos posibilidades de volver a acoger público en un futuro cercano. Ellos, de momento, ni siquiera entran en lo cálculos del Gobierno.

El modo de vida «a la francesa», reivindicado con frecuencia desde la política y la intelectualidad gala, se encuentra amenazado sin cultura, bares ni restaurantes. De momento, y menos mal, las panaderías, otro símbolo nacional, siguen abiertas. París, 14 feb (EFE) | María D. Valderrama

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