El Premio Nobel de la Paz ha sido otorgado hoy al médico congoleño Denis Mukwege y a la iraquí Nadia Murad en reconocimiento a su lucha por acabar con el uso de la violencia sexual «como arma de guerra y en conflictos armados».
El Comité Nobel Noruego destacó en su fallo su contribución «crucial» para visibilizar y combatir ese tipo de violencia: Mukwege, por su dedicación a ayudar a las damnificadas; Murad, por su condición de víctima y por denunciar públicamente los abusos.
Mukwege es el símbolo «principal y más unificador» de esa lucha, resaltó el comité, que le reconoce haber tratado a miles de víctimas en el conflicto bélico en el Congo, su condena a la impunidad y sus críticas a las autoridades de su país y de otros por no hacer lo suficiente contra el uso de la violencia sexual como arma de guerra.
Perteneciente a los yazidíes, una minoría religiosa de etnia kurda asentada en el norte de Irak, Murad fue secuestrada junto a miles de jóvenes por el grupo terrorista Estado Islámico (EI), que pretendía exterminar a esa etnia y usaba a sus mujeres como esclavas sexuales.
Murad, que logró huir a los tres meses de su cautiverio, rechazó los códigos sociales que exigen que las mujeres permanezcan «en silencio y avergonzadas» por los abusos sufridos y mostró un coraje «poco común» relatando su sufrimiento y el de otras víctimas.
Los dos premiados han estado «a la vanguardia» de esa causa, explicó en rueda de prensa la presidenta del comité, Berit Reiss-Andersen, que recordó que se cumple una década desde que el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó una resolución que considera un crimen de guerra el uso de la violencia sexual como arma bélica.
Reiss-Andersen señaló los puntos en común de la lucha de los premiados con la campaña de denuncias de abusos #MeToo al hacer visible el sufrimiento de las mujeres y resaltar la importancia de que estas hablen públicamente del problema.
Mukwege y Murad han puesto en riesgo sus vidas al combatir crímenes de guerra y pedir justicia para las víctimas, cumpliendo de ese modo uno de los criterios marcados por Alfred Nobel para los ganadores del premio de la Paz: promover la fraternidad de las naciones a través de la aplicación de las leyes internacionales.
Los dos premiados aparecían bien situados en las especulaciones previas al fallo de una edición del Nobel de la Paz sin favorito claro y en la que se mencionaban también como aspirantes a los mandatarios de las dos Coreas y la canciller alemana, Angela Merkel.
Ambos sonaban desde hacía años al galardón, sobre todo Mukwege, y comparten haber recibido el Premio Sajarov que concede de forma anual el Parlamento Europeo (PE): el médico congoleño, en 2014; Murad, con la también activista yazidí Lamiya Aji Bashar, en 2016.
Nadia Murad se convierte además a sus 25 años en la segunda ganadora más joven del Nobel de la Paz, después de la paquistaní Malala Yousafzai, que lo logró a los 17 años en 2014.
Su elección ha sido recibida de forma muy positiva por partidos y organizaciones no gubernamentales noruegas, que destacaron los merecimientos de los galardonados y la importancia de su lucha.
«Es un premio esperado durante mucho tiempo. El Comité Nobel centra finalmente el foco en la violencia sexual, sobre todo contra mujeres y niños, en las guerras», dijo el secretario general de la ONG Ayuda al Refugiado, Jan Egeland, con amplia experiencia en altos cargos humanitarios en la ONU.
Mukwege y Murad suceden en el palmarés del premio a la Campaña Internacional para la Abolición de las Armas Nucleares (ICAN), galardonada en 2017 por alertar de las «consecuencias catastróficas» del uso de esos arsenales y abogar por un acuerdo para prohibirlos.
La ronda de ganadores de los Nobel se cerrará este lunes con el de Economía.
El de la Paz es el único de los seis premios que se otorga y se entrega fuera de Suecia, en Oslo, por deseo expreso de Alfred Nobel, ya que en su época Noruega formaba parte del reino sueco.
Mukwege y Murad recibirán los 9 millones de coronas suecas (970.000 euros, 1,02 millones de dólares) con que están dotados este año todos los Nobel, que se entregan el 10 de diciembre en una doble ceremonia en Estocolmo y en Oslo.
EFE
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