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“El flechazo” de Petro y Tatiana Piñeros, la transgenerista


Su figura ya es conocida en el país porque el Alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, la nombró en un alto cargo en la Secretaría de Integración. Los dos se conocieron en los diálogos que el entonces candidato tuvo con la comunidad LGTB, la sigla que reúne a lesbianas, gays, bisexuales y personas transgéneros.

Por Edgar Artunduaga

Tatiana Piñeros (enamorada y con novio paisa hace dos años) se ha negado a revelar su nombre de pila, cuando era hombre y ejerció distintos cargos de contador público. En su último puesto, entró como “el gerente”, con pantalones. Y a los dos años salió como “la gerente” con falda. Allí decidió su transición.

Impresiona–y eso le pasó a Petro- por su estatura, amplia sonrisa y seguridad. Habla con fluidez, soporta bromas chicas y pesadas, no es una loca arrebatada, no es gay, era un niño que siempre supo que en su cuerpo había una mujer. Hablaron mucho y se entendieron a las mil maravillas.

“El alcalde Petro envió a la ciudad y al país un mensaje de inclusión: no importa la orientación sexual, el género de una persona, su raza, sus creencias religiosas, simplemente importa su condición profesional, si es honesta y transparente”, reflexiona Tatiana.

¿Qué es ser transgenerista?

Transgenerista es la persona que hace el tránsito entre los géneros. Puede ser transformista, travesti, transexual, como es mi caso. En el transgenerismo se puede estar temporalmente. O de manera permanente, como es mi caso. Le resumo: soy una mujer transexual, que interiormente siente, actúa, piensa con el género diferente al sexo biológico, independientemente de que se haya realizado cirugía de reasignación de sexo o no lo haya hecho.

¿Se convirtió en mujer,  en el camino?

Sí, definitivamente nunca me sentí hombre, jamás. Desde chiqui siempre sentía que no era adecuado. La sociedad de acuerdo al sexo biológico me decía qué tenía que hacer, vestirme como hombre, jugar con juguetes de hombres, comportarme o relacionarme con más hombres. No jugaba con muñecas pero tampoco jugaba con carros y con balones.

Perdónenme usted y los lectores… ¿usted era en el colegio el mariquita del curso?

No. Suele pasar a menudo y conduce a la deserción del ámbito académico. Si el niño de pronto es algo delicado, afeminado, en seguida todo el mundo se la monta. Yo era el niño tierno, dedicado, juicioso. Pero no era el niño niña, aunque sí sabía interiormente que me gustaba ver cómo las niñas se vestían, ver los juegos de las niñas, cuando se reunían, en cambio no me gustaba los niños, lo bruscos, lo fuertes.

¿A qué edad comenzó a estudiar a fondo su situación sexual?

A los 16 o 17 años comencé a saber que había algo que se llamaba identidad de género y que el transgenerismo hacía parte de esa entidad de género.

No me violaron como siempre se lo dije a mi familia. Porque la familia siempre comienza a cuestionarse “¿qué hice de mal?”. Mi mamá dijo “desde siempre yo sentí que eras una niña”.

Vino el momento en que había que quitar algunas cosas que estorbaban a ese niño para que fuera Tatiana. ¿Cómo fue ese proceso?
Más que quitar, fue asumir. Siempre lo he dicho: uno no necesita quitarse físicamente o ponerse nada (busto, por ejemplo) para sentirse transgenerista.

¿Cómo se conoció con Petro?

Salí de una agencia de publicidad porque renuncié y me iba a ir de Bogotá. No conseguía puesto. Me preguntaban el nombre y era tatiana, pero la cédula decía “sexo masculino”. Ahí fue cuando comencé en el activismo, en el grupo de apoyo transgenerista, a trabajar con los grupos LGBT, por el reconocimiento de los derechos. En alguna de esas reuniones fue cuando conocí al Alcalde.

No es muy común mi caso. Sí hay mujeres transgeneristas pero están camufladas en la sociedad o muchas veces están relegadas. En otros casos una arquitecta,-por ejemplo- busca actividades paralelas, porque la sociedad le cierra todos los espacios. Se vuelven fotógráfas. Conozco varios casos.

Hay que tener correa para aguantar toda clase de preguntas y usted la tiene..

Soy abierta.






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