La jornada la inauguró Javier Darío Restrepo, uno de los referentes de la ética periodística en Colombia y responsable de un consultorio al respecto en la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI).
Restrepo, galardonado en 2014 con el Reconocimiento a la Excelencia que otorga el festival, se mostró contundente al afirmar que «un código de ética no sirve para un carajo en la gerencia de un periódico».
«A ellos no les dice nada eso, a ellos solo les dice algo todo lo que tenga que ver con sumar o restar. La ética queda para el periodista, para mantener su ambición de ser excelente», dijo.
El periodista también afirmó que «la ética no resuelve problemas de corrupción» lo que es responsabilidad de la Policía y los jueces, pero sí funciona para aquellos periodistas que «abrigan la esperanza» de multiplicar las posibilidades que les da su trabajo.
Por su parte, el español Alex Grijelmo, expresidente de la Agencia Efe, aseguró en el debate junto a Restrepo que la forma «más fácil» de manipular que existe actualmente en el periodismo es la omisión de datos y «convertir en relevante lo que no lo es».
«Se está manipulando con hechos verdaderos por vía de la omisión de otros datos y de convertir en relevante lo que no lo es. Podemos manipular una información y eso es muy difícil de detectar y verificar. La manera más fácil de manipular hoy consiste en utilizar estas técnicas, datos verdaderos que merced a silencios y datos omitidos llevan a conclusiones falsas», manifestó.
La gravedad, en su opinión, reside en que lo que «no se puede corregir son los silencios, aquello que no se ha dicho», lo que no supone una censura clásica, pero sí la ausencia de datos «que son relevantes».
La última jornada del festival también reservó un espacio para las revistas satíricas en el que estuvieron algunos de los representantes más icónicos en lengua española como Mongolia (España), El Chigüire Bipolar (Venezuela), Barcelona (Argentina) y El Chamuco (México).
Todos ellos coincidieron en la necesidad «apuntar al poder» y no a los más humildes para hacer su trabajo.
Pere Rusiñol, de la revista Mongolia, se introdujo también en el debate acerca de los límites del humor con ese principio al decir que no harían el mismo chiste en un lugar o en otro, por lo que «el mismo chiste contra el catolicismo» en España le parece «muy adecuado» pero en cambio en Arabia Saudí, «donde un católico a lo mejor le matan por serlo» le parece «inapropiado».
«En Arabia Saudí habrá que hacer un chiste de los musulmanes. Por eso en España lo que nos toca, si queremos apuntar al poder, es meternos con el poder nuestro, el catolicismo o la monarquía», comentó.
Juan Ravell, uno de los fundadores del medio satírico venezolano El Chigüire Bipolar, afirmó que «lo políticamente incorrecto» no les afecta «en lo más mínimo a la hora de hacer sátira», sino que les sirve como reto y les «obliga a defender a libertad de expresión».
«Si ofende al poder, creemos que esa ofensa es buena. Nunca vamos a retar al que está abajo, eso no es humor», subrayó el venezolano.
La jornada también se ocupó de los espacios que encuentran en internet los medios venezolanos para sortear los diferentes tipos de censura que sufren en su país y que ha llevado a la red de redes a convertirse en «una ventana» para ellos.
El más contundente en el debate fue el director de El Pitazo, César Batiz, quien comentó que los periodistas de Venezuela están decididos «a ser necios e impertinentes», ya que mientras que el Gobierno de Nicolás Maduro pretende cerrarles la puerta, ellos van a «insistir en meternos por esa ventana» porque su «propósito es informar».
Para conseguirlo han tenido que convertirse en emprendedores y fundar medios digitales como La Vida de Nos, cuya cocreadora Albor Rodríguez afirmó que en respuesta a la censura ha sucedido «algo maravilloso», ya que los periodistas formados en medios tradicionales han conseguido más libertad que nunca porque ellos mismos son los propietarios de las nuevas plataformas.
En el mismo sentido se expresó la fundadora de Monitor de Víctimas, Ronna Rísquez, quien se mostró convencida de que gracias a estos nuevos medios «se está haciendo el mejor periodismo que se ha hecho nunca en Venezuela».
El punto final al festival lo puso una de las pasiones de García Márquez, el vallenato, que fue introducido en una tertulia musical en homenaje al nobel colombiano.
EFE