Se coronó como el ejemplar más horrible del planeta en California, Estados Unidos. No tiene dientes, no puede meter su lengua en su hocico y ni hablar de su pelaje.
Puede perfectamente inspirar al monstruo de una película de terror, el pequeño «Scamp the Tramp» («pícaro el vagabundo» en español) se ganó el tradicional concurso que le da espacio a esos perritos que por algún defecto no entran dentro del espectro de «animales hermosos».
Según cuenta su dueña, Scamp fue rescatado de un refugio de animales en Los Ángeles, en 2014, una hora antes de que le fuera aplicada la eutanasia. A partir de ese momento ha hecho trabajo social como mascota de acompañamiento en centros de adultos mayores y en escuelas.
Ser el «perro más feo del mundo» le dio a él y su dueña mil 500 dólares como premio y un certificado que lo acredita como tal, además sus 15 minutos de fama, por supuesto.
El concurso, en el que participaron 19 perros en su última edición, busca incentivar la adopción de perritos que no son muy agraciados a la vista o tienen algún tipo de condición especial.