Las familias de las 15 víctimas de la masacre en El Aro, Antioquia, han iniciado un proceso de sanación y reconocimiento tras más de 27 años de duelo. En un emotivo evento, la comunidad del corregimiento se unió para recordar a los que fueron asesinados en 1997 y celebrar el cumplimiento de las órdenes de reparación del Estado.
La jornada comenzó con una misa en la iglesia local, donde los familiares encendieron velas y depositaron flores en memoria de sus seres queridos. Posteriormente, se develaron placas conmemorativas que reconocen la responsabilidad del Estado en los hechos, los cuales ocurrieron con la complicidad de grupos armados y agentes estatales.
Miryam Lucía Areiza, quien volvió a su hogar después de más de dos décadas, expresó su necesidad de cerrar un ciclo de duelo tras la muerte de su padre, Marco Aurelio Areiza. La comunidad, que sufrió el desplazamiento forzado, también participó en actividades psicosociales destinadas a reconstruir el sentido de pertenencia y comunidad.
Miladis Restrepo, quien descubrió la placa en honor a su hermano Wilmar, un adolescente de 14 años asesinado, describió el acto como un significativo paso hacia el reconocimiento de la responsabilidad del Estado.
La ceremonia, organizada por la Consejería Presidencial para los Derechos Humanos y la Unidad para las Víctimas, culminó con un clamor unánime: “que lo que pasó aquí no se repita”.
La comunidad no solo se reencontró en su dolor, sino que también celebró el inicio de la construcción de una nueva vía de acceso al corregimiento, un proyecto que busca resolver las necesidades de infraestructura y mejorar la calidad de vida de los residentes. La obra ha generado empleo local y representa una esperanza para los habitantes, que han vivido años de aislamiento y violencia.
La Unidad para las Víctimas ha comenzado a implementar el Plan Integral de Reparación Colectiva (PIRC), que incluye no solo la construcción de la vía, sino también apoyo a proyectos productivos para las familias retornadas. Con estas iniciativas, el Gobierno busca garantizar un retorno digno y sostenible para aquellos que han sido desplazados por el conflicto armado.
El avance en las obras y las acciones de reparación integral son pasos significativos hacia la reconciliación y la construcción de un futuro más esperanzador para la comunidad de El Aro.
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