El anuncio de que un busto de unos 3.000 años de antigüedad del faraón niño Tutankamón es el objeto estrella de una subasta programada por la sala británica Christie’s para el mes próximo en Londres hizo saltar las alarmas en Egipto y activó el músculo diplomático del país árabe para evitarlo.
Poco más de tres semanas tiene el Gobierno egipcio para impedir que el 4 de julio, un pequeño busto del dios Amón representado con las facciones de Tutankamón cambie de manos por una precio que la compañía inglesa estima rondará la mareante cifra de 4 millones de libras esterlinas (unos 4,5 millones de euros).
Egipto está haciendo todo por impedirlo. Según informó en las últimas horas, se dirigió a la UNESCO para que tome cartas en el asunto y a través de su Embajada en Londres ya contactó al Ministerio de Relaciones Exteriores británico y la sala de subastas para detener el proceso de venta.
«Así como para reclamar el derecho de Egipto respecto a la pieza según las leyes egipcias actuales y anteriores», puntualizó el Gobierno a través de sendos comunicados difundidos por sus ministerios de Exteriores y Antigüedades en El Cairo.
No es el único objeto arqueológico egipcio por el que se pujará ese día, por lo que las autoridades del país árabe también exigieron los documentos de propiedad de esos bienes.
La reacción se produjo después de que hace una semana Christie’s anunciara en su página web la subasta de un busto de cuarcita de Tutankamón representado como el dios Amón.
La casa de subastas británica afirma que la cabeza fue parte de una estatua de Amón, el dios del sol y la deidad más importante del Imperio Nuevo del Antiguo Egipto (entre los siglos XVI y XI a.C.).
La escultura presenta la corona distintiva de Amón, que debió de estar completa con dos grandes plumas dobles (representación tradicional del dios), mide unos 28,5 centímetros y tiene aproximadamente 3.000 años.
Christie’s afirma que el objeto es vendido por Resandro, una de las colecciones privadas de arte egipcio más importantes y a la que, recuerda la compañía británica, ya ayudó a vender la nada despreciable cantidad de 3 millones de libras en objetos hace tres años.
¿Pero puede detener Egipto la venta del busto?
De acuerdo con la Convención de 1970 sobre las medidas que deben adoptarse para prohibir e impedir la importación, exportación y transferencia de propiedad ilícita de bienes culturales de la UNESCO, cualquier objeto adquirido y sacado de un país sin un documento legal de exportación después de esa fecha se considerará ilegal.
Es decir, cualquier pieza que haya salido de Egipto después de 1970 que no cuente con un certificado de exportación se supone por defecto robada.
El objeto debe formar efectivamente parte del patrimonio histórico del país, para lo que se suelen seguir como referencia los inventarios de las autoridades e instituciones de patrimonio de cada nación.
Pero el problema principal subyace normalmente en demostrar la fecha en que el objeto salió del lugar de origen.
En el caso de este busto de Tutankamón, convertido en faraón con 9 años y que reinó Egipto entre 1333 y 1323 a.C., el asunto parece difícil.
Casi como queriendo dar respuesta a la pregunta, Christie’s narra en el documento de presentación de la pieza el periplo de la escultura en los últimos años.
«El lote fue adquirido en 1985 por Heinz Herzer, un negociante afincado en Múnich», señala la casa de subastas, afirmando que antes el objeto pasó por las manos del austríaco Joseph Messina.
Pero ¿y Messina? Según Christie’s, el austríaco adquirió entre 1973 y 1974 el busto al príncipe Wilhelm von Thurn y Taxis, quien «supuestamente», dice la compañía británica, lo tenía en su colección desde los 60.
Por cierto, según el sitio oficial de la familia Von Thurn y Taxis, el príncipe que encabezó la casa desde 1971 hasta su deceso en 1982 fue Karl August.
La opción más fácil para que Egipto pueda recuperar la pieza pasa por que el vendedor no pueda demostrar que el príncipe alemán consiguió este busto de boca «con labios ligeramente caídos y los ojos rasgados almendrados» antes de 1970.
Si no es así, el país de los faraones tendrá que pelear duro en los tribunales para que Tutankamón vuelva cerca del Nilo.
Por José Luis Paniagua