La investigación se realizó en uno de los arroyos de agua dulce que circulan en esta región en los meses de verano. EFE/ Federico Anfitti

Un equipo de investigadores españoles ha detectado por primera vez la presencia de microplásticos en el agua dulce de un área protegida de la Antártida.

Los resultados de una investigación que han liderado científicos de la Universidad Autónoma de Madrid han confirmado la presencia de fragmentos contaminantes de poliéster, acrílico y teflón, con tamaños menores a cinco milímetros y distintas formas y colores.

Hasta ahora se sabía que los microplásticos (fragmentos de plástico menores a 5 milímetros) habían llegado al mar, a los ríos y a los suelos de gran parte del planeta, pero los investigadores no esperaban encontrarlos en uno de los lugares más prístinos del planeta.

Un estudio reciente, realizado por investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), del Museo Nacional de Ciencias Naturales y la Universidad de Alcalá, ha descrito la presencia de microplásticos de poliéster, acrílico y teflón en la Península de Byers (Isla Livingston, Antártida).

Los resultados, que se han publicado en el Marine Pollution Bulletin, han revelado que los microplásticos encontrados tenían dimensiones de entre 0.4 y 3.5 milímetros, así como distintos colores y formas (fibras y films).

Se trata de una zona de la Antártida que ha estado bajo distintas figuras de protección ambiental desde 1966 y cuyo acceso está muy restringido, y a la que solo se puede acceder por motivos científicos y con un permiso de la autoridad antártica y en grupos pequeños, han recordado los investigadores.

De hecho, en las últimas décadas solo han accedido a esta región un número muy limitado de científicos y por causas muy justificadas, ha informado la Universidad Autónoma en una nota difundida hoy.

La investigación se realizó en uno de los arroyos de agua dulce que circulan en esta región en los meses de verano.

Los científicos, ha informado la Universidad, se aseguraron de que nadie pasaba por las proximidades del arroyo en todo su recorrido durante la duración del experimento, y utilizaron redes para filtrar el agua del arroyo.

Los resultados han hecho a los científicos preguntarse si queda algún rincón del planeta donde los microplásticos todavía no hayan llegado. “Aún queda mucho trabajo por hacer para entender cómo son transportados hasta allí, pero sabemos de dónde vienen; de las actividades que todos nosotros realizamos”, han señalado en la nota de prensa.

Parte de los microplásticos que acaban en todos los rincones del planeta se forman a partir de la degradación de los plásticos de mayor tamaño que se desechan de una forma incorrecta.

Han incidido además en la importancia de evitar que los plásticos lleguen al medio ambiente para evitar también que los microplásticos alcancen los pocos lugares vírgenes que quedan en el planeta.

“El plástico no es malo, pero está hecho para durar. Sin embargo, una parte importante del que empleamos en nuestro día a día es de un solo uso. Está en nuestra mano reducir, en la medida de los posible, el consumo de plásticos de un solo uso, especialmente aquellos empleados en embalajes”, han concluido los investigadores. Madrid, 25 nov (EFE)

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