Morelia (México), 18 feb (EFE).- El torero mexicano Isaac Fonseca cortó cinco orejas en corrida celebrada en el Palacio del Arte de Morelia, capital de Michoacán. La rejoneadora Stefania Uribe se fue sin trofeos que pasear. Las cuatro reses de Torreón de Cañas fueron de pobre presentación y descastadas. El novillo de Zacatepec de buen juego y el de Marrón sin recorrido ni presencia. Se registró cuarto de entrada.
Se esperaba que los Torreón de Cañas midiesen y quizás recuperasen el prestigio del torero Isaac Fonseca tras su pobre confirmación de alternativa el pasado 4 de febrero en la Plaza México. Pero ni los Torreón estuvieron a la altura de lo esperado ni Isaac despejó las muchas dudas que suscita ahora mismo su toreo.
Los ejemplares escogidos para la semi encerrona fueron faltos de trapío, fuerzas y bravura.
Se vio a Fonseca improvisar, sin entender, salvo al primero de su sorteo, a los astados que enfrentó. Ejecutando las suertes sin pureza y elaborando las faenas sin estructura. Ni con el capote ni con la muleta hubo pulcritud en su oferta.
A un descastado de 512 kg en la tabla y muchos menos de apariencia, que manseó en el peto, Fonseca lo metió con criterio en la muleta y supo torearlo en dos tandas cortas bien ligadas, faltas de un paso adelante, aunque ofreciendo la contraría. Lo mejor de su comparecencia.
Al natural citó descaradamente aliviado y en paralelo, despidiendo la faena con pasajes de circulares y toreó en redondo. Se tiró con acierto a matar y se colgó el primer trofeo.
El tercero del encierro, de correcta presentación, empujó mientras era mal castigado en el tercio de varas. Isaac no se ajustó con el capote a pesar de lo apropiada que era la embestida del Torreón para ello.
Fonseca empezó la labor de muleta citando a cierta distancia con estatuarios. Lo mejor del Torreón lo desperdició el de luces entre capotazos y estatuarios imperfectos. El toro fue desentendiéndose de la muleta del diestro hasta desfondarse por completo.
Se empeñó el mexicano en pases sueltos desdibujados. Otra estocada eficaz le valió la segunda de la tarde.
Con el quinto empezó de rodillas la fase de muleta con un anovillado sin trapío, endeble y reservón. El toro se caía al menor inclinar de la tela. Se vieron pases lánguidos hacia afuera. A pesar de ello estiró su labor con algún martinete, ayudados y desplantes ante el bovino que terminó en el suelo exhausto.
Tras pinchar una vez el juez le otorgó otro apéndice silbado por parte del público.
Tampoco entendió al que cerró plaza. Estrecho de caja, pobre de ancas, fino de cara hasta la sospecha justificada sobre su edad. Rehuyó de las puyitas que recibió.
Con tres orejas en el bolsillo entendió el michoacano que era momento de entregar su faceta abigarrada. De rodillas, mirando a los tendidos, molinetes y cambios de mano. Pretendió confeccionar su última faena sin mandar, sin ligar ni citar correctamente.
Lo que sucedió fue una voltereta y varios derrotes pues el manso requería asomarse para mandar. A pesar de las carreras huyendo y no dar un solo pase logró otras dos orejas incomprensibles y retransmitidas. Solo la estocada fue de mérito.
La rejoneadora Stefania Uribe en la segunda corrida de su carrera, montó de lejos, falló con adornos y rejones y no fue capaz de matar a ninguno de sus dos novillos. Su ayudante a pie “El Yiyo”, lo hizo
Tarde de las que dañan la tauromaquia, sus esencias y a los participantes.
Por: EFE