Para comprender el significado y relevancia de los bloques de países que se han conformado en los últimos años, dentro del contexto de la globalización económica y política, tenemos que observar los cambios decisivos ocurridos desde el final de la Guerra Fría, en la última década del siglo XX.
La transición de un mundo bipolar, caracterizado por la confrontación ideológica, política, económica, militar y cultural entre las dos potencias hegemónicas de los años 1.945-1.990, a uno multipolar, en donde Estados Unidos se afirmó como la única superpotencia del escenario internacional, pero aparecieron nuevos y diversos polos o centros de poder, ya no vinculados a la oposición Occidente-Oriente, sino a la competencia por el posicionamiento en la economía global, preponderantemente.
De ese cambio fundamental en la distribución del poder en el mundo, se evolucionó a un cambio en las relaciones entre los estados, pasando de la tradicional dependencia Norte-Sur a la interdependencia y la cooperación entre todas las regiones, superándose el mito del destino inexorable de los países latinoamericanos, africanos y asiáticos (muy difundido por la visión marxista del mundo), de estar condenados a una relación de subordinación y explotación por parte de las grandes potencias capitalistas.
Esas transformaciones son las que nos permiten asimilar la rapidez con que muchos países han avanzado hacia su consolidación política y económica, adquiriendo cada vez mayor importancia en las decisiones globales. De ser actores con una influencia escasamente regional, dieron el paso para convertirse en sujetos claves de la integración política (en la ONU, la OTAN, la Unión Europea, la OCDE o la OEA) y comercial (en la Organización Mundial del Comercio, la comunidad APEC, o con poder ante organismos económicos como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional). Y aún más, hoy en día proyectan sus intereses a través de foros regionales y acuerdos que los conducen a realizar objetivos comunes. Los bloques BRIC (Brasil, Rusia, India y China), IBSA (India, Brasil y Sudáfrica) y CIVETS (Colombia, Indonesia, Vietnam, Egipto, Turquía y Sudáfrica), ocupando este último el centro de la discusión de empresarios, analistas económicos, politólogos y, en general, líderes alrededor del mundo, son la consecuencia de la dispersión del poder en las relaciones internacionales, situación que ha beneficiado ostensiblemente a esos países.
Si Colombia tiene un sitio en el grupo de los CIVETS, también se ha ganado un puesto en el de los BICC (Brasil, India, Colombia y China), acrónimo propuesto por Mike Mayo, un reconocido analista financiero que sostiene que Colombia podría reemplazar a Rusia como economía promisoria para este decenio. No es arriesgado afirmar que Colombia comienza a competir en las ligas mayores, y se encuentra ahora en el radar del mundo, por un signo tan positivo como su viabilidad macroeconómica y política, como foco y destino de negocios e inversiones.
Características de los CIVETS
Los países que conforman el bloque CIVETS, son bien diversos en lo concerniente a sus peculiaridades culturales, sistemas de gobierno o modelos de sociedad. Constituyen el reflejo de la sociedad globalizada, multiétnica y pluricultural, que establece puentes de entendimiento y cooperación, lo que podríamos denominar también multilateralismo. En realidad, sólo Colombia y Sudáfrica se consideran parte de Occidente y diríamos que viven bajo democracias liberales que, aún lejanas de ser plenas, garantizan a los ciudadanos la vigencia de sus libertades individuales. Turquía e Indonesia son líderes en sus regiones de influencia, respectivamente Asia Central y el sudeste asiático, por muchas razones, pero esencialmente, por la virtud de lograr una relativa compatibilidad entre el Islam y las instituciones del Estado de Derecho y la democracia, experimento imposible en Irán, Arabia Saudita o Siria. Por su parte, Vietnam continúa sometido a una dictadura comunista, pero se ha convertido en la economía de más rápido crecimiento en el mundo, gracias a que siguió un camino semejante al iniciado a finales de los setenta por China, mediante la implementación, en 1.986, de las reformas liberalizadoras de la economía (Doi Moi, o Renovación). Y en cuanto a Egipto, por más que sea un Estado en apariencia democrático, por la existencia de un sistema multipartidista y elecciones periódicas, es realmente un régimen autoritario y ampliamente cuestionado por sus violaciones a los derechos fundamentales, pero al mismo tiempo, abierto y pragmático frente a las relaciones con Occidente, siendo un aliado vital para Estados Unidos en el Mediterráneo y el mundo árabe.
En su conjunto, estos países tienen una población cercana a 567 millones de habitantes; una cuarta parte ubicada en Indonesia, y un 15 por ciento en Vietnam, con poderes de compra diferentes, pero con tasas positivas de crecimiento del PIB; en el 2.009, Vietnam obtuvo el PIB per cápita a precios de paridad más bajo (US$2.942), mientras que el más alto fue Turquía (US$12.476). Colombia se situó en un nivel intermedio (US$8.900), situándose en la categoría de países con ingresos medios del Banco Mundial, lo que equivale a decir que ahora forma parte de la clase media de la economía global.
En el 2.009, estas seis economías aportaron el 3,4 por ciento del PIB mundial, que equivale a cerca de la mitad del PIB de América Latina. En el conjunto de países, Turquía fue la economía más grande (32 por ciento del PIB del bloque), seguida de Indonesia (27,6 por ciento), Sudáfrica (14,7 por ciento) y Colombia (11,7 por ciento).
Estructuralmente, un buen síntoma del entorno económico fue que en el período 2.000-2.009, la mayoría de estos países registró tasas de crecimiento promedio del PIB superiores a las de la década de los noventa; Vietnam (7,3 por ciento) e Indonesia (5,1 por ciento) fueron los países con los mayores incrementos, y en Colombia se aproximó al 4% (para 2.010, podría superar el 5%).
Adicionalmente, fueron países con un sector externo dinámico; en el período 2.000-2.009, Colombia, Egipto, Sudáfrica y Turquía presentaron mayores tasas de incremento promedio de sus exportaciones, comparativamente con la década de los 90. Así mismo, la variación de las exportaciones en la década de los 2.000, fue superior a la registrada por el mundo.
Además, existe una gran variedad de exportaciones en estos países, compuesta en gran parte por productos primarios y de recursos naturales. En Vietnam, se destaca la venta de productos del sector de textil-confección, petróleo y calzado; mientras en Indonesia, carbón, aceite de palma, petróleo y gas. En Sudáfrica, productos minerales como el platino, oro, hierro y carbón. En Egipto, combustibles, perlas y fertilizantes. En Turquía, vehículos, aparatos mecánicos, hierro y acero, prendas de vestir. Y en Colombia, petróleo, carbón, ferroníquel, café, banano, flores, y una cada vez más amplia gama de productos de baja, media y alta tecnología. Por otra parte, una de las variables económicas que reflejan la solidez de un país y la confianza de los agentes externos, es la inversión extranjera; precisamente, en los países CIVETS se evidenció un aumento considerable en este flujo de recursos, en particular, en el último quinquenio.
Entre 2.005-2.009, el acumulado de los flujos por inversión extranjera directa en todos los países CIVETS, superó ampliamente al ingreso de recursos obtenidos entre 2.000-2.004. Turquía fue el país que más recursos obtuvo: En el último quinquenio, el acumulado fue de US$77.800 millones, cerca de ocho veces lo ingresado en el primer quinquenio. En los mismos períodos, Indonesia tenía flujos negativos y pasó a registrar una inversión extranjera directa acumulada de US$34.700 millones. Vietnam y Colombia aumentaron en 4,2 y 3,7 veces, respectivamente, sus flujos de inversión en iguales períodos.
Aunque no están consideradas entre las economías más competitivas, algunos de estos países han mejorado sus indicadores. En la facilidad para hacer negocios del Informe ‘Doing Business 2010’, elaborado por el Banco Mundial, Sudáfrica fue clasificado como el más competitivo, en el puesto 34 entre 183 economías. Le siguió en importancia Colombia, en el puesto 37, pero su avance fue muy relevante, ya que en el 2.006 ocupaba el puesto 66. Turquía apareció en la ubicación 73, pero venía de ocupar el puesto 93 en el 2006. También se destacaron los cambios de Egipto, que pasó del lugar 141 al 106, en el período de referencia.
En resumen, tanto CIVETS como BICC son conjuntos de países que impulsan sus economías para integrarse más rápidamente al mundo desarrollado, de igual manera que lo ha conseguido Chile, la economía más libre de América Latina y referente para todos los que persiguen el éxito en un mundo abierto. La inclusión de Colombia en estos grupos es, pues, de suma importancia, debido a la ganancia en la confianza internacional que esto implica, cuando en la actual coyuntura muchos países, en particular Estados Unidos y el conjunto de la Unión Europea, no logran superar todavía la crisis económica global de 2.008.
Este entorno positivo continuará potenciando la dinámica de variables como la inversión extranjera y los flujos comerciales, cuyo buen comportamiento ha sido una constante en los últimos ocho años. A partir del incremento en la inversión extranjera, más libre comercio y aumento en la transparencia y eficiencia del Estado, el país podría lograr una reducción muy significativa del desempleo y la pobreza, mejoramiento de la calidad de vida de los colombianos y el posicionamiento regional y global.
* Politólogo, profesor e investigador en la Facultad de Ciencias Políticas de la UPB, e integrante del CEPRI (Centro de Estudios de Política y Relaciones Internacionales), de la misma institución. Analista de temas de Relaciones Internacionales, Geopolítica, Conflictos Internacionales, actualidad de América Latina, de España y el fenómeno del terrorismo. Participa habitualmente en programas locales y regionales de radio y televisión.