La llegada este martes del Año Nuevo Lunar trae variopintas supersticiones en China como decorar las calles, cortarse el pelo, vestirse con prendas de color rojo y limpiar las casas para ahuyentar los malos espíritus.
En un país donde las creencias tradicionales todavía tienen un fuerte arraigo, es frecuente ver farolillos rojos en las puertas de los hogares y comercios o carteles que expresan los deseos para el próximo año.
El protagonista de estas inscripciones es el carácter ‘fu’, que significa buena fortuna, y que también se ve escrito sobre papel recortado, enmarcado en un rombo de color rojo, muchas veces, colocado intencionadamente invertido.
«Este carácter es una pieza fundamental de la historia de la caligrafía china. Es el portador de felicidad, éxito y riqueza, y se coloca boca abajo para indicar que la prosperidad ya ha llegado», comenta a Efe Carole Zhang, una pequinesa que sigue los consejos del Feng Shui, el antiguo sistema popular oriental que establece cómo han de estar dispuestos los objetos y la luz en las construcciones.
Todo con el objetivo de atraer la buena suerte en el nuevo periodo que comienza, bajo el influjo del Cerdo (uno de los doce animales del Zodiaco chino), asociado con la fertilidad y la prosperidad, y cuya imagen ya aparece en muchas señales e insignias del país.
Este animal es precisamente el protagonista de los festivales que se celebran estos días en diversas ciudades como Shanghái, donde turistas y residentes disfrutan durante un mes del «Festival de los Faroles» en los populares jardines de Yuyuan.
Los tradicionales farolillos chinos, también símbolo para atraer prosperidad, cuelgan de las paredes de uno de los lugares más visitados de la urbe y acompañan a decenas de figuras iluminadas que se han colocado para la ocasión.
Es una época, además, en la que la mayoría de las tiendas y restaurantes del país permanecerán cerrados, y las calles de metrópolis como Shanghái o Pekín presentan un aspecto vacío que no se ve el resto del año.
Otro de los ritos típicos durante estas fechas es renovar el vestuario y estrenar nuevas prendas durante el día de Año Nuevo para simbolizar abundancia, lo que se une a la tradición de reunir a la familia para darse festines gastronómicos y beber licor hasta altas horas.
Mientas los mayores ven la opulenta gala de la cadena estatal CCTV y juegan al milenario «mahjong», con fichas parecidas a las del dominó, los más jóvenes practican otras actividades como seguir a las celebridades en las plataformas de ‘streaming’.
Otro protagonista de la festividad son los «hongbao», sobres rojos con dinero, que se entregan a familiares y amigos para desear fortuna en el año entrante.
En los últimos años, con el enorme auge que están teniendo en China los pagos a través del móvil, la moda es enviarse «hongbaos» a través de aplicaciones como WeChat (equivalente local a WhatsApp).
Se trata, además, de una forma de «esparcir» la buena suerte a quien la recibe, y lo que prima es más la intención que la cantidad.
«Durante las visitas a amigos y familiares hay que regalar naranjas y mandarinas, que representan prosperidad, y no hacerlo puede ser una falta de respeto», comenta Zhang.
También es un periodo de purificación, por lo que muchos aprovechan para limpiar a fondo sus casas o cortarse el pelo durante los días previos a la celebración para expeler la mala suerte antes de la entrada del año.
«Hay que saldar deudas, resolver diferencias y alcanzar acuerdos. Hay que soltar lastre para empezar el año libre de todo lo negativo del pasado», añade.
La reunión familiar en China implica que millones de personas vuelvan a sus ciudades de origen: las autoridades esperan que se produzcan casi 3.000 millones de viajes en el conocido como «Festival de la Primavera», el período de 40 días que empezó el 21 de enero y terminará el 1 de marzo.
EFE