Consume más agua y serás más saludable, reza una receta de la abuela. Toma un vaso de agua antes de las comidas y comerás menos, dice otra. Estas prescripciones lucen sensatas, pero tienen poco rigor científico que las respalde.

Al menos, hasta ahora. Un equipo dirigido por Brenda Davy, de Virginia Tech, ha realizado el primer ensayo aleatorizado y controlado, que estudia el nexo entre el consumo de agua y la pérdida de peso. Un informe sobre el ensayo de 12 semanas, publicado a comienzos del año, sugiere que tomar agua antes de comer promueve la pérdida de peso. En una asamblea de la Sociedad Química de EEUU que se celebró recientemente en Boston, la doctora Davy reveló los resultados de un estudio de un año de seguimiento que confirma y amplía el hallazgo.

Los investigadores dividieron en dos grupos a 48 estadounidenses sedentarios, en edades comprendidas entre los 55 y 75 años. A los integrantes de un equipo se les dijo que tomasen medio litro de agua poco antes de cada una de las tres comidas diarias. Los demás no recibieron instrucciones sobre qué tomar. Antes del ensayo, todos los participantes habían estado consumiendo entre 1.800 y 2.200 calorías diarias. Al momento de comenzar el experimento, las raciones diarias de las mujeres se rebajaron a 1.200 calorías, en tanto que a los hombres se les permitió el consumo de 1.500 calorías. Luego de tres meses, el grupo que tomaba agua antes de comer había perdido unos siete kilogramos, mientras que el otro grupo perdió solamente cinco kilogramos.

Davy confiadamente despeja algunas dudas en torno a los resultados. No hay sesgo en la selección, toda vez que se trata de un ensayo con asignación aleatoria. Es posible que el agua desplazara las bebidas azucaradas en el grupo hidratado, pero eso no explica la pérdida de peso, porque las calorías asociadas a cualquier bebida efervescente que consumiera el otro grupo caían dentro de los límites diarios.

Por otra parte, el efecto al parecer es perdurable. En los 12 meses subsiguientes, se les ha permitido a los participantes comer y beber lo que les plazca. No obstante, a los que le indicaron que tomaran agua durante el ensayo, se quedaron con el hábito: por lo visto, les gustó. Sorpresivamente, han seguido perdiendo peso (unos 700 gramos en lo que va de año), a la vez que los demás participantes lo han recuperado.

El porqué de que esto funcione es un enigma, pero funciona. Es económico y sencillo. Y a diferencia de tantos consejos dietéticos, parece que también se disfruta.

Vía ElUniversal.com

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Redacción Minuto30

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