Imponente se resiste a dejar de ser testigo de la historia y del trasegar de la ciudad y con su majestuosidad alegra el día de transeúntes y vecinos que ven en este árbol de caracolí, el reflejo del patrimonio ecológico que cada vez crece más en nuestra Medellín.
El Anacardium excelsum o caracolí, como es comúnmente conocido, es un árbol que alcanza alturas de hasta 40 metros, presenta hojas simples, alternas, de textura coriácea, que alcanzan hasta 30 centímetros de ancho. Se considera una especie “pionera intermedia” debido a que es un árbol de rápido crecimiento que puede mantenerse en un ecosistema por largo tiempo, lo que le convierte en una especie clave en procesos de sucesión, ya que mantiene una constante oferta de recursos para la fauna de la zona y mejora las condiciones edáficas (se refieren a las características del suelo que influyen en su capacidad para sustentar el crecimiento de las plantas y otros organismos) y coadyuva al establecimiento de nuevas especies.
Actualmente en Medellín tenemos identificados 697 árboles y palmas que son protegidos. Ellos representan la historia cultural y el patrimonio ecológico y nos han mostrado toda la senda del crecimiento de nuestra ciudad. Especies como la ceiba, el casco de vaca, los caracolís y los carboneros, nos han mostrado la riqueza que ha tenido nuestra ciudad desde el punto de vista ecológico, cultural e histórico, todos ellos protegidos a través del decreto 598 del 05 de julio de 2019, el cual define el manejo para la preservación de los árboles y palmas, patrimonio natural y cultural de la ciudad, quienes merecen un cuidado especial y un trato preferencial. Trato que, sin duda recibió el árbol de caracolí protagonista de esta historia, ubicado a un costado del intercambio de Los Balsos con la avenida 34.
Para la construcción del intercambio de la doble calzada en la avenida 34, en paso a desnivel con la loma de Los Balsos, se conformó una zona verde de 2.546 m², mejorando además 3.728 m² de espacio público para el disfrute de la gente. En cuanto a la biodiversidad se sembraron 291 especies forestales. Del inventario arbóreo encontrado en el trazado de la obra fue necesario la reubicación de algunos árboles y tomar medidas para la conservación y/o protección de otros. Uno de ellos, fue el majestuoso árbol de caracolí, solo que, por su tamaño, antigüedad, belleza e importancia para la comunidad, se encuentra dentro del inventario de los árboles patrimoniales de la ciudad.
Patrimonio de la ciudad
En Medellín existen varios individuos arbóreos pertenecientes a esta especie. Algunos de ellos, hacen parte de los árboles que conforman el conjunto de los considerados patrimoniales de la ciudad. Los individuos que hacen parte del listado lo hacen por varias razones, como su edad, su valor histórico o cultural, su rareza, su tamaño o su importancia ecológica. En general, un árbol patrimonial es aquel que tiene un valor significativo para una comunidad o sociedad en particular, ya sea por su belleza, su historia o su relevancia para la biodiversidad. Este es el caso del caracolí de la Avenida 34.
Este gigante caracolí, se divisa majestuoso a un costado del nuevo intercambio vial que conecta el suroriente con el noroccidente de la comuna 14. Una obra que permitió una gran descongestión a las concurridas vías del sector. Calculan los expertos que su estancia en el lugar puede acumular más de 70 décadas, lo que implica que, este árbol majestuoso sí que ha visto el crecimiento y desarrollo de la ciudad. El caracolí ha sido un testigo silente de la vertiginosa transformación de un sector que incluso cedió su vocación rural. En las lomas en las que otrora dominaban las grandes haciendas y casas de residencias familiares, se alzan hoy empinadas torres y vías y andenes por las que circulan a diario cientos de vehículos y transeúntes que dinamizan la comuna 14.
Allí aparece nuestro caracolí. Un árbol que además de engrosar la lista de los patrimoniales de la ciudad, se constituye en un símbolo y referente de orgullo para la comunidad aledaña al intercambio de la 34, una obra que para ser construida y para que pudiera cumplir con las características planteadas, es decir, garantizar la conexión de oriente a occidente y descongestionar el sector, se le sumó una problemática tan grande como la condición de árbol patrimonial, ¿Qué hacer entonces con el enorme caracolí?
Alrededor de él, se tejieron toda suerte de discusiones, pero todas coincidían en la importancia de preservarlo, ya que, como patrimonio de la ciudad, su cuidado siempre fue prioridad para los ejecutores de la obra. Fue allí donde las consideraciones técnicas concitaron la opinión de expertos en ingeniería forestal, botánicos y silvicultores, pero todos afirmaron que se debían tomar todas las medidas necesarias para que el colosal caracolí permaneciera descollante en su lugar.
Un nuevo trazado
El desarrollo de ciudades y el medio ambiente están estrechamente relacionados, ya que las ciudades son centros de actividad humana que tienen un impacto significativo en el medio ambiente.
Por un lado, el desarrollo de las ciudades puede contribuir a la degradación del medio ambiente, ya sea a través de la contaminación del aire, el suelo y el agua, la pérdida de hábitats naturales y la disminución de la biodiversidad, el aumento de la huella de carbono y el cambio climático, entre otros factores.
Por otro lado, las ciudades también pueden ser motores para la protección del medio ambiente y la sostenibilidad. Las ciudades pueden promover prácticas sostenibles y tecnologías limpias, fomentar la movilidad sostenible y la eficiencia energética, crear espacios verdes y zonas naturales, y mejorar la gestión de residuos, entre otras iniciativas. Con este horizonte de sentido colectivo, en el Plan de Desarrollo Medellín Futuro 2020-2023, la línea estratégica Ecociudad incorpora una apuesta por el reconocimiento de la interdependencia entre los seres humanos y los ecosistemas en general, para propender por formas alternativas de producción, reproducción de la vida y habitabilidad.
Fue así como considerar que, se debían realizar ajustes al trazado de la obra que conectaría el oriente con el occidente de Medellín desde la avenida 34, fue un requisito necesario, pues aquí la prioridad de esta Ecociudad era preservar el medioambiente en el cual nuestro caracolí había crecido.
Su imponencia no pasa desapercibida
Así que usted que vive en Medellín, que habita el sector o que simplemente lo transita, o usted que viene a la ciudad de visita y se siente maravillado por el verdor de nuestros árboles, no deje de pensar en la majestuosidad que encierran y no deje de agradecerles por tantos beneficios que nos dan. ¡Ahhh! y no olvide lo que dicen los que saben del tema: que abrazar un árbol mejora la función cognitiva y emocional, que aporta efectos benéficos a personas con asma bronquial, hipertensión arterial, nerviosismo, insomnio, enfermedades mentales, trastornos de déficit de atención e hiperactividad (TDAH), depresión o ansiedad.
Si pasa por allí, no dude en buscarlo. Imponente lo va a reconocer a un costado del intercambio de la 34 con Los Balsos. Y si pasa, abrácelo, no le dé pena reconocer su majestuosidad. Finalmente, son más de 70 años de regalarnos sus bondades.
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