A Gabriel García Márquez no le habría gustado que se adaptase para la televisión «Cien años de Soledad», y como acaba de anunciar Netflix que hará, según el amigo del autor, periodista y escritor colombiano Gustavo Tatis Guerra, que hoy presenta un libro basado en sus encuentros con el nobel.
En declaraciones a Efe, el autor le ha deseado «mucha suerte» a los productores de la serie e hijos de García Márquez, Rodrigo y Gonzalo, y ha afirmado que, aunque «el cine nunca pudo atrapar la magia de su literatura», tiene «fe en el genio de ambos» para acercarse a la obra de su padre.
Los dos hijos de García Márquez, Rodrigo -director de cine- y Gonzalo -diseñador gráfico-, serán productores ejecutivos de la serie, que se rodará principalmente en Colombia y que supone la primera adaptación de la novela.
Tatis asegura que, aunque tuvo su primera entrevista con García Márquez hace más de 30 años, ha tardado tanto tiempo en publicar «La flor amarilla del prestidigitador» (Ediciones Navona People) porque solo tras su muerte tuvo «la certeza de tener material para su libro».
La obra, que recibe su nombre de las rosas que el Premio Nobel de Literatura tomó como amuleto -«era un hombre muy supersticioso»-, afirma, «no pretende ser una biografía sino tomar en consideración al hombre detrás del mito», para lo que se nutre de encuentros con el autor y declaraciones de su familia, entre las que destacan las de su madre, Luisa.
En este afán humanizador del mito literario, el periodista destaca la figura de García Márquez «como hombre de paz», a quien considera «uno de los artífices del proceso de conversión de la guerrilla en partido político, aunque nunca lo contara a los medios».
«García Márquez creó un gran reclamo para Colombia; consideraba que no valía con ser solo escritor: había que resolver problemas», recalca el escritor que cree que el autor de «Cien años de soledad» «nunca se fió de Hugo Chávez» y «tendría una sensación muy amarga no solo con Colombia y la frontera, sino con todos los países latinoamericanos».
La novela trata de profundizar en las relaciones del escritor con su familia y su pueblo, Aracataca, entre las que destaca el impacto de su abuelo materno, quien convirtió a Gabo en «un niño privilegiado, testigo de su historia y la de sus ancestros», a cambio de lo cual el autor «convirtió a
EFE